Pues no sólo había trampa en el déficit. También en el endeudamiento. Zapatero estaba entrampando a España sin control. El Tribunal de Cuentas nos desvela ahora que en 2009 el Gobierno superó en nada menos que 66.651 millones de euros la necesidad de financiación neta con deuda pública fijada en la Ley Presupuestaria.
Una cantidad que supone aproximadamente un tercio del presupuesto y que ha contribuido decisivamente a que España suspenda también el único de los requisitos de Maastricht que aprobaba con solvencia. El Tribunal denuncia el flagrante incumplimiento del objetivo de estabilidad presupuestaria en el peor año de la crisis, con un desfase espectacular que va desde una previsión de superávit del 0,8% del PIB hasta el déficit del 9,38% que refleja el cierre real del ejercicio.
Y todo ello se produce, además, en un contexto de falta de transparencia y de colaboración del Ministerio de Economía y Hacienda con el Tribunal de Cuentas, como denuncia el consejero Ubaldo Nieto en un voto particular en el que describe las carencias y obstáculos que encuentra el órgano fiscalizador del Estado para desempeñar las tareas que le corresponden. Situaciones como ésta dañan también la fiabilidad de un país en los mercados exteriores y la credibilidad de su Gobierno. El Ejecutivo de Mariano Rajoy tiene ahora la oportunidad de poner freno al gasto, pero también de garantizar la necesaria transparencia de las cuentas públicas. Porque, como se dice de la mujer del César, no sólo hay que ser honesto, sino parecerlo.