A la luz de las manifestaciones de Mariano Rajoy ayer en el Pleno del Congreso del PP Europeo, en Marsella, Merkozy gana otro partenaire. El presidente electo del Gobierno español se alineó de cara a la cumbre con las posturas comunes de la canciller germana y el presidente galo. Rajoy pide que se combata la crisis de deuda con todos los medios y recursos disponibles, mientras enarbola la bandera del equilibrio presupuestario, el sacrificio del gasto improductivo y las reformas estructurales, especialmente la laboral.
En definitiva, la disciplina como vía de recuperación económica. Apoyará a Merkel y Sarkozy en la reforma de los Tratados en pro de la unidad de la UE como proyecto sólido de futuro. Todo menos permitir que se reedite un brete de envergadura similar a la vigente crisis de deuda soberana que pudiera comprometer de nuevo los pilares de la estructura comunitaria. Ahora bien, quiere que España disfrute del derecho de bloqueo en el fondo de rescate permanente, el Mecanismo Europeo de Estabilidad. De hecho encomendó a su precedecesor, Zapatero, que solicite en la cumbre que se disponga una mayoría cualificada del 90% para cualquier uso del fondo, incluida la recapitalización bancaria. Con menos del 90%, se excluiría la capacidad española para bloquear el destino del fondo.
Parece claro que Rajoy está firmemente dispuesto a desligar a España de las economías en dificultades por la vía del rigor, a militar en el bando de las que diseñan estrategias para lograr así que la credibilidad relaje la carga de nuestra financiación de modo que sea viable el ajuste reformista que impulse nuestra maltrecha economía.