El presidente galo y la canciller germana caminan al fin al unísono hacia la próxima cumbre de los días 8 y 9, dando sentido a la nomenclatura Merkozy con su acercamiento. Ayer pactaban una vía rápida de acción frente a la crisis del euro, de modo que deje de percibirse la inminencia de una debacle europea.
La relajación de las primas de riesgo de Italia y España certificaba ayer una renovada fe en este nuevo giro, máxime tras dejar claro ayer el dúo francoalemán que en el futuro la banca sólo asumirá pérdidas en casos excepcionales. Merkel y Sarkozy, cesiones mediante, apuestan por un nuevo Tratado, aunque se circunscriba sólo a los 17 países del euro y luego pueda extenderse. Piensan adelantar a 2012 el mecanismo europeo de estabilidad, rechazan los eurobonos, defienden la independencia del BCE y anuncian sanciones automáticas para los países díscolos, que se activarán cuando el déficit rebase el 3%.
Fijarán una regla de oro que todos los miembros habrán de consignar en sus Constituciones en orden a garantizar el equilibrio prespuestario y desactivan el fantasma de la pérdida de soberanía, pues el Tribunal de Luxemburgo no podrá declarar nulas las cuentas aprobadas en cada Parlamento nacional. Los líderes que han tenido a la maquinaria europea en la indefinición tanto tiempo al fin anteponen la supervivencia del proyecto a sus propios intereses. Comienza así una semana clave para desanudar el embrollo de la deuda europea, a la que sin duda contribuirá una previsible bajada de tipos que oxigene la financiación de la banca justo cuando los tambores de recesión resuenan con fuerza.