El futuro Gobierno ha dado una oportunidad a los agentes sociales. Tanto empresarios como sindicatos se comprometieron la pasada semana a negociar una nueva reforma laboral. Aunque esta vez el resultado no dependerá de su diálogo, pues Rajoy legislará tras la fiesta de Reyes con o sin apoyo. De modo que en esta ocasión los agentes sociales por fin se muestran más sensibles al hecho de que deben contribuir a salida de la crisis. O al menos así se interpreta el que ya hayan alcanzado un principio de acuerdo para trasladar los festivos a los lunes.
Una medida ya implantada en países como EEUU o Reino Unido y cuyo objetivo es paliar la pérdida de actividad que suponen los puentes y su merma de la productividad. Ejemplo de ello es el acueducto que hoy empieza, en el que la alternancia de dos festivos permite a algunos descansar nueve días consecutivos. Pese a que la medida no satisfaga al sector turístico, se trata en este caso de unas minivacaciones que cuestan unos 1.200 millones de euros, más del 0,1% de la riqueza nacional.
Si como parece los sindicatos ceden a esta propuesta empresarial, España daría un paso para reforzar su competitividad. Ahora bien, la firma de un acuerdo global para la reforma del mercado de trabajo depende sobre todo de la actitud de las asociaciones sindicales respecto al nuevo Gobierno. El nivel de confrontación social se conocerá en enero. Aunque ahora Toxo y Méndez se pensarán mucho la convocatoria de otra huelga general, porque un nuevo fracaso en la calle ratificaría que el modelo sindical ha quedado obsoleto.