Los bancos centrales se pusieron ayer los cascos de bombero igual que en septiembre de 2010 y durante 2008. En una acción coordinada, la Fed, el BCE y los bancos de Inglaterra, Japón y Suiza enseñaron la manguera de la liquidez diciendo que garantizaban el flujo de divisas ajenas a los bancos, en especial en dólares. ¿De qué modo? Pues rebajaron los precios de los contratos de intercambio de divisas por los que un instituto emisor toma de otro una moneda extranjera y la presta a sus entidades.
Explicaron que además reducirían el precio de las garantías exigidas y que lo mantendrían hasta 2013. ¿Y esto soluciona algo? Pues poco, igual que en 2010 y 2008.
Simplemente vuelve a retratar las graves dificultades de la banca europea, que tiene su destino unido a los soberanos, para recabar dólares. Como afirma Moody's, los Estados no podrán soportar a la entidades y encima pueden arrastrarlas conforme empeora la crisis. Eso ha generado aversión al riesgo europeo y cierra la financiación mayorista a unos bancos que dependen de ella. Por eso, las autoridades monetarias han dispuesto el flotador.
Pero en ningún modo esto representa cantidades suficientes como para solucionar la falta de solvencia. No obstante, ayer el mercado lo consideró un paso previo a que la UE, ayudada por otros países, empiece a tomar medidas. De momento, pinta mal. Sólo se habla de un fondo de rescate europeo que no captó capital y por tanto se quiere ahora recurrir al FMI, pero ¿ahí quién va a poner dinero si no lo pusieron antes? Reclaman sobre todo que lo haga la rica Alemania, ahora que aún tiene los fondos... Todos esperan a la cumbre de los días 8 y 9.