Impuestas por Alemania, se perfilan dos soluciones para el fondo europeo. Por un lado, que éste funcione como una aseguradora de las nuevas emisiones. Aunque tal uso, en especial si se apalanca, podría poner en peligro el rating de Francia si los periféricos grandes no consiguen crecer al tiempo que se ajustan tan duramente. La otra opción consiste en que el fondo atraiga capitales, sobre todo privados y soberanos emergentes, absorbiendo el 20 ó 30% primero de las pérdidas.
Pero ¿de veras logrará en estos momentos recabar tales inversiones? Las soluciones no están exentas de peligros. El más inmediato reside ahora en una Italia que se resiste a la disciplina fiscal y cuyo presidente carece de credibilidad. A falta de un compromiso de mayor unión, seguimos en las manos del BCE.