Mientras Bruselas da vueltas al plan de recapitalización de la banca, ésta debe lidiar con el principal problema traído por la crisis de Grecia y que poco tiene que ver con su grado de solvencia: unos mercados de financiación cerrados para las entidades, no sólo las españolas sino las de toda Europa, por lo que bancos y cajas trasladan la búsqueda de esa liquidez de los depósitos a los pagarés.
Desde el verano, cuando empezaron a aparecer este tipo de emisiones dirigidas mayoritariamente a sus clientes, la cantidad que pretenden captar por esta vía asciende ya a 60.000 millones, lo que da idea de hasta qué punto es inalcanzable acceder a los mercados. También constata que la guerra del pasivo, a la que aún le queda una larga vida y que no hace más que debilitar el ya estrecho margen de ingresos del sector, no se puede detener a golpe de normativa. La penalización económica a las entidades con depósitos a tipos altos no puede aminorar la feroz competencia, porque ésta viene provocada por la necesidad. Mientras Bruselas planea, discute, modifica, rectifica y vuelve a pensar qué medidas tomar para resolver la desconfianza sobre el futuro del euro y sobre sus socios, el sector bancario se prepara simplemente para sobrevivir. Y en el actual entorno lo prioritario es disponer de liquidez con la que afrontar las necesidades del negocio y responder a unos vencimientos de deuda de 120.000 millones hasta final de 2012. Y para ello, también debe sacrificar tamaño y olvidarse de dar créditos. Mientras tal situación dure, poco o nada contribuirán a la recuperación económica.
