Editoriales

Editorial: ETA debe entregar las armas

La banda terrorista ETA, con casi mil asesinatos a sus espaldas y un tétrico historial de secuestros y extorsiones, decretó ayer una nueva tregua "permanente", "de carácter general" y "verificable por la comunidad internacional". Pero la organización no renuncia a sus planteamientos tradicionales y aboga por la negociación política, cuando precisamente la única vía para arrinconar a tan siniestra entidad armada ha sido la de no dialogar que inició el Gobierno de José María Aznar, apoyado por el Pacto Antiterrorista y la Ley de Partidos. Negociar un alto el fuego sería cambiarlo por algo, lo que resulta inadmisible en democracia, máxime cuando el único equipaje de ETA son el reguero de sangre, el terror, la violencia y la generación de un quebranto económico a Euskadi que se estima en 680 millones al año. Si bien el anuncio de ayer sonará al vicepresidente y titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, a baza electoral, él mismo sentenció que la verdadera noticia que esperan los españoles es un final irreversible de la banda. Y el adiós definitivo implica deponer la lucha, entregar las armas, ubicar los zulos y cesar en las amenazas al empresariado, que se mantuvieron en anteriores treguas. Con el Gobierno de Patxi López y su pacto con el PP, la sociedad vasca ha constatado que puede vivir en una normalidad compatible con el crecimiento económico y la reactivación del turismo. ETA ha dejado de ser la primera preocupación de los españoles en el sondeo del CIS. Sólo cabe su rendición. Su sinsentido ya no tiene otra vía que extinguirse. Debe desarmarse y disolverse: eso sí sería permanente y verificable.

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