Editoriales

Amador G. Ayora: ¿Para esto se quedan sin vacaciones?

No me explico por qué Zapatero se quedó sin vacaciones.

Hay ministros quemados o achicharrados, y no precisamente por el sol, como el de Trabajo, Celestino Corbacho, o la de Vivienda, Beatriz Corredor, que están a la espera de lo que pase si hay cambio de Gobierno o no.

Nos fuimos de holganza creyendo que Pepe Blanco, a la sazón ministro de Fomento, iba a meter la podadera en las infraestructuras, hasta que nos enteramos que algunas obras serían indultadas. Ninguna obra importante. Todo apunta a que se mueve a golpe de sondeo de opinión. Puro electoralista.

No tiene sentido que haya levantado el veto del AVE a Cantabria, una autonomía cuya población total es la de un distrito mediano de la capital de España. Con todo el respeto y cariño a los cántabros, su empeño en evitar a toda costa atravesar Bilbao para ir a Madrid es un lujo asiático, que los españoles no nos podemos permitir en estos momentos. Y Blanco lo sabe, pero el PSOE gobierna en coalición con Revilla en esta autonomía.

Zapatero estaba, además, decidido a recibir al lobby de las infraestructuras, gracias a las buenas labores del presidente de Seopán y ex director de la Oficina Económica de Moncloa, DavidTaguas , aunque él lo niegue. Gran idea, presidente. Y yo me pregunto si también a los representantes de tantos y tantos sectores que pasan por grandes dificultades para aliviar sus sufrimientos, después de tres años de crisis. ¡Quien lo ha visto y quien lo ve! Zapatero, que difamaba a constructores e inmobiliarios en su primera legislatura y los tildaba de especuladores y destruye costas, ha acabado en sus brazos, como poseído
por los sueños de Morfeo.

Lo peor no es eso. Para reconciliarse con sus votantes, supuestamente de centro-izquierda, se dispone a subir los impuestos a los que más tienen, como un Robin Hood moderno, en permanente lucha para restablecer los derechos arrebatados por un hipotético Juan sin Tierra principesco.

El presidente duda, sin embargo, sobre si acometer la subida o no, como lo hacía Hamlet a la hora de asesinar
a su poderoso tío Claudio. Sus más afines animadores y asesores durante la crisis, afectados por la medida, se lo desaconsejan. Porque no nos engañemos, Zapatero es
el presidente amigo de los banqueros y constructores. Las pedanías de León que recorría en busca del voto humilde quedan ya muy lejos. Es víctima de las mieles del poder
y está encantado de ello.

Por eso, esta semana mandó a su vicepresidenta, Elena Salgado, a proclamar que se estudiaba  "algún pequeño ajuste" para "restablecer la equidad fiscal", y luego matizó
que "aún no estaba decidido". Ya conocen aquel dicho que dice cría cuervos, que te sacarán los ojos.

No llega a comprender que incrementar la presión fiscal sobre los que crean riqueza y empleo no llevará más que a destruir a ambos a la vez. Sobre todo, si se tiene en
cuenta que los empresarios están al borde de un ataque de nervios. Lo único que puede provocar es una desbandada de inversiones y de dinero en busca de refugio fuera de España, como pasa en la Argentina de los Kirchner.

Y luego está el error de Pepe Blanco, el único ministro sensato que nos queda, con el lío de los impuestos. Blanco preparaba seguramente el camino para el incremento
de la tasa a los transportistas, la famosa Euroviñeta, cuando dijo aquello de que en España los impuestos eran bajos.

Nada, por otra parte, que no haya repetido antes en mil ocasiones en las conferencias y apariciones públicas en las que se prodiga. Pero la prensa está sedienta de noticias y
polémica enverano y se armó la marimorena. Es una de las primeras lecciones que deberían enseñarles cuando los nombran ministros, hay que saber elegir el momento para enviar los mensajes a la opinión pública. Salgado, que está crecida desde que comenzó a bajar la prima de
riesgo con Alemania, dejó claro que en Economía manda ella y no Blanco. ¡Lo que nos faltaba, una riña de colegio, en vez de solventar los problemas! Y yo me sigo preguntando: ¿para qué se ha quedado el Gobierno sin vacaciones?, ¿para esto?.

Amador G. Ayora, director de elEconomista.

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