PALMA DE MALLORCA, 28 (EUROPA PRESS)
La empresa de grifería Casa Buades entregará el próximo viernes a sus trabajadores toda la información económico-financiera del Grupo Teka, tal y como les solicitaron hoy los empleados en una reunión, al considerar, estos últimos, que sería injusto que cerrase la compañía -que forma parte de la división de baños- cuando se desconoce si las cuentas del resto del Grupo son igual de negativas.
En declaraciones a Europa Press, el presidente del Comité de empresa, Bernat Font, remarcó que según el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que se les entregó el pasado viernes es cierto que Casa Buades tiene pérdidas, sin embargo, hizo hincapié en que la empresa forma parte de un grupo más amplio y "no se puede dejar fuera al hermanito pobre".
No obstante, en el encuentro de hoy la dirección facilitó a los representantes de los trabajadores la Auditoría de Cuentas Anuales de 2007 de Casa Buades, documentación que Font consideró "parcial" al entender que el resto de documentación del Grupo también "puede influir" en la futura situación de la empresa, aunque la dirección de la compañía "encuentra que no", aclaró el presidente del Comité de empresa.
Por otra parte, Font hizo hincapié en que los trabajadores actualmente "desconocen" si existe alguna posibilidad de que se produzca otra solución que "no pase por el cierre" de la fábrica de Binissalem, ante la difícil situación en la que se encuentra la empresa. En este sentido, remarcó la necesidad de conocer este dato para "poder negociar otros asuntos".
Asimismo, el representante de los trabajadores reveló que la próxima semana -jueves y viernes- continuarán las reuniones entre la dirección de Casa Buades y los empleados. Además, indicó que la compañía remarcó su talante "abierto a negociar" aunque "¿negociar qué?" se preguntó Font al manifestar que los 173 empleados de la empresa desconocen qué pueden acordar con Casa Buades si simplemente existe la posibilidad de cerrar.
Casa Buades anunció el ERE el pasado 21 de enero, procedimiento que afectó a la totalidad de los trabajadores de la fábrica que se encuentra en la localidad mallorquina de Binissalem. La compañía tomó la decisión para hacer frente a la caída "constante y continuada" de la demanda y ante las "malas perspectivas" de recuperación económica estimadas para el presente año.