
Ante el aparente fracaso de la oleada de medidas sin precedentes lanzadas en octubre y noviembre para tratar de salvar el sistema financiero de EEUU y Europa, ahora aparece en el horizonte la que puede ser la solución más dolorosa, pero también la definitiva: el banco malo. Una solución que los políticos no quieren ver ni en pintura hasta ahora pero que Obama podría adoptar si de verdad quiere ser tan radical en sus políticas anticrisis como ha prometido.
Si EEUU da el primer paso, Trichet seguramente apoyaría un sistema así en Europa, que podría sacar las castañas del fuego a muchos políticos.
La solución del banco malo está muy bien explicada en un artículo de David Roche (durante muchos años jefe de estrategia de Morgan Stanley y ahora presidente de su firma independiente) publicado en The Wall Street Journal. Roche parte de que la nueva fase de la crisis probablemente acabará con la nacionalización de los principales bancos en todos los países, por culpa de las causas de la crisis: el consumo desaforado, el exceso de endeudamiento y la financiación del festín mediante la creación ilimitada de liquidez.
Entender estas causas explica por qué es tan difícil solucionar esta crisis. "Desesperados por preservar el valor de unos activos inflados por esta enorme burbuja de liquidez, los políticos han rechazado la solución dolorosa. Las inyecciones de liquidez, los planes de rescate, la garantía de los depósitos y los paquetes de estímulo fiscal intentan sostener los precios de los activos, cuando lo que hace falta es que caigan hasta su valor real para que puedan ser limpiados. Los políticos sólo han prolongado la crisis", explica este analista.
Es más, un informe del Banco Mundial en 2002 concluía que no hay pruebas de que estas políticas "acomodaticias" provocan una recuperación más rápida, sino más bien de que alargan las crisis. El ejemplo de Japón en los 90 también es palmario de lo que ocurre cuando no se permite que el precio de los activos se ajuste a niveles de mercado.
Un banco que se quede con los activos tóxicos
Entonces, ¿qué se puede hacer? Su propuesta no es la invención de la pólvora, porque ya fue utilizada por las autoridades escandinavas en la crisis bancaria de 1991: "Debe obligarse a los bancos a descubrir sus activos tóxicos (unos 300.000 millones en Alemania y 800.000 millones de dólares en EEUU), que deben ser amortizados a precios de mercado, con el impacto para los accionistas y los bonistas, pero no para los depositantes. Si eso implica que la mayoría de los bancos son insolventes, que así sea".
¿Y cómo se hace eso? Para llevar a cabo esa tarea, se puede crear un banco malo como hicieron los suecos. Este banco malo limpia los activos tóxicos de los balances del sistema bancario al comprarlos a precios de mercado y al obligar a los bancos a amortizarlos.
Hay dos variantes de este banco malo: el buen banco malo obliga a los bancos a amortizar esos activos y a limpiar sus balances, y aquellos que son insolventes son recapitalizados, nacionalizados o liquidados por el Estado; pero también es posible usar al banco malo para comprar los activos tóxicos a precios inflados para que el banco puedan empezar a prestar dinero de nuevo (ése es el mal banco malo).
Sin embargo, los políticos en Europa y EEUU han rechazado la creación de un buen banco malo, pese a que la crisis está entrando en su tercer año, a que las medidas adoptadas hasta ahora no han servido y a que los bancos siguen ahogándose en pérdidas y hundiéndose en bolsa.
Las alternativas no sirven
Roche se lamenta especialmente por la oportunidad perdida por el Gobierno británico con su segundo plan de rescate. En vez de crear un banco malo, ha optado por un aseguramiento público de los activos tóxicos que les quedan, a cambio de una prima del 10% de esos activos. Lo cual implica que los contribuyentes asumen el riesgo del 90% restante y que los activos permanecen en el balance de los bancos, aunque ya no corren riesgos por su exposición a ellos. La razón por la que no ha optado por la solución más valiente es que, en ese caso, la mayor parte del sistema bancario británico estallaría y tendría que ser nacionalizado. Por eso mismo, teme que Obama tampoco se atreva a tomar la vía dolorosa.
Finalmente, este analista ataca duramente a los políticos por obcecarse en que la salida de la crisis pasa por una reactivación del crédito (porque quieren mantener vivo el endeudamiento y el consumo), cuando lo que hace falta es todo lo contrario: el famoso desapalancamiento y la vuelta al ahorro. "Y eso no se puede alcanzar sin dolor", sentencia. A su juicio, lo que está provocando el desapalancamiento y el agravamiento de la recesión no es la falta de oferta de crédito, sino la de demanda; por tanto, ni siquiera la expansión del crédito que pretenden los políticos servirá para reactivar la economía.
"Si no se adopta la solución del buen banco malo, el sistema seguirá tan corrupto como antes. Los activos malos seguirán chupando recursos del sistema económico en forma de prestatarios zombis, mala distribución y precio distorsionado del capital, deuda pública y déficits presupuestarios", concluye. Recuerda que lo que lleva gastado (no inyectado) el Gobierno de EEUU habría financiado dos guerras de Vietnam -en dinero de hoy- y que el ejemplo británico ilustra que evitar el problema genera desconfianza y no sirve para resolver nada.