Economía

¡No se olvide de los bonos! Vienen cargados de regalos

La deuda pública ofrecerá oportunidades en los primeros meses de 2009 y la privada sigue siendo para los más valientes, pero presenta rendimientos que valen la pena. Abra su mente. Las apariencias sí pueden engañar. Más aún en los mercados financieros, donde lo que parece bueno no siempre lo es y donde lo que da la sensación de ser malo acaba ofreciendo resultados positivos. Esto es, precisamente, lo que se espera de la deuda pública y privada para 2009.

A priori, no son alternativas de inversión atractivas. Primero, porque los títulos estatales ofrecen en estos momentos los rendimientos más bajos de la historia, o casi. Y segundo, porque los lanzados por las empresas y las entidades financieras están envueltos del riesgo de impago en un escenario tan delicado como el actual, en el que el crédito no abunda.

Pero no por ello hay que perder la fe en ellas. Profundizando un poco más, se encuentran oportunidades interesantes e inesperadas. Un calcetín repleto de regalos. Para ganárselos, eso sí, hay que mostrar arrojo... y abrir la mente.

Hay que ser valiente

Estos requisitos son primordiales en la deuda pública. De lo contrario, ¿quién compraría unos títulos cuya rentabilidad incluso se ha situado en terreno negativo o se encuentra por debajo del 1 por ciento, como ha ocurrido en Estados Unidos? ¿O en las letras del Tesoro españolas, que esta semana se subastaron al 2,19 por ciento?

El secreto de la deuda pública procede de tres caminos. El primero es el más conocido: su mayor seguridad. El segundo, la baja inflación, que incluso podría pasar a ser negativa en 2009. Vamos, que la subida de los precios puede ser sustituida por el fenómeno contrario, la deflación. En ese caso, a las rentabilidades de la deuda pública habría que sumar el porcentaje en que caigan los precios, lo que aumentaría inmediatamente su atractivo.

Y el tercero, las rebajas de los tipos de interés por parte de los bancos centrales. ¿Cómo? ¡Pero sí unos intereses más bajos provocarán unas rentabilidades menores! Sí, así será. Y el mercado lo sabe. Y como lo sabe son muchos los inversores que se han lanzado a comprar deuda pública para cazar los rendimientos actuales, más altos que los futuros. ¿Qué implica esto? Que el precio de los bonos está subiendo -con el consiguiente descenso de los rendimientos, que caen cuando el precio de los títulos sube-, por lo que los inversores que tuvieran títulos con antelación también se beneficiarían de ello porque podrían venderlos a un precio superior al que los adquirieron.

Mañana peor que hoy

Así pues, combinando seguridad y los rendimientos actuales, los inversores pueden obtener un buen colchón para su cartera en estos convulsos momentos. Si, además, los precios suben lo suficiente, pueden optar por obtener plusvalías por esa vía.

Para ello, hay que moverse rápido. Mañana será peor que hoy. Puestos a buscar atractivo, sobresalen los títulos de la eurozona a dos, cinco y diez años, que aún ahora ofrecen rendimientos entre el 2 y el 4,25 por ciento. "La posibilidad de obtener beneficios en bonos de gobierno a corto plazo está ahora claramente limitada, y las mayores ganancias de capital es probable que sigan llegando de los bonos a medio plazo", asegura Stefan Isaacs, gestor del M&G European Corporate Bond.

Riesgo de calidad

Pasando a la deuda corporativa, la receta tiene dos ingredientes: buscar empresas de alta calidad y aprovecharse de la ampliación de los rendimientos de la deuda privada con respecto a la estatal. Ahora, por ejemplo, una compañía con una calificación crediticia de A, es decir, de alta solvencia, ofrece rentabilidades en emisiones a un plazo de entre 7 y 10 años que superan en casi ocho puntos porcentuales a la deuda pública.

Consulte la información completa en la edición de fin de semana de diario elEconomista.

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