
La UE no alentará movimientos secesionistas que pueden desestabilizar los Gobiernos o las instituciones europeas. Si el desafío catalán prosperara existe el riesgo de un efecto dominó. No solo en España, empezando por el País Vasco, también en Europa. Un Estado puede modificar interna y democráticamente su configuración, pero no hay una respuesta europea para enfrentar los conflictos entre regiones y Estados. Ni la atomización ni la proliferación de pequeños Estados traería un progreso real.
El 'Brexit' reaviva el conflicto en Escocia y el Ulster
Londres permitió en 2014 un referéndum sobre la independencia y la mayoría votó en contra. Hay un paralelismo relativo con Cataluña en relación al argumento de que "aquí administramos mejor". Escocia fue un Estado soberano hasta que se aprobó el Acta de Unión en 1707 y no debe olvidarse que para su consulta hubo consenso y respeto a la legalidad. Con el Brexit, la cuestión vuelve a estar presente.
Como anunció Nicola Sturgeon, del Partido Nacional Escocés y jefa del Gobierno autónomo, hay que respetar la voluntad de los escoceses que mayoritariamente optaron por seguir en la UE. Los sondeos señalan que en otro referéndum el resultado sería similar al de 2014. También en Irlanda del Norte resurgen los problemas como consecuencia del Brexit, rechazado por una mayoría de norirlandeses. Los nacionalistas del Sinn Fein reivindican un "estatus especial" en la UE.
Córcega y la vía catalana
Desde los 70, en Córcega la lucha por la independencia tuvo tintes violentos. La vía armada ha quedado relevada por la política, aunque el conflicto sigue vigente. En las pasadas elecciones legislativas, el nacionalismo corso obtuvo por primera vez tres diputados en la Asamblea Nacional. En cualquier caso, hace dos años se rechazó su demanda de más autonomía y la petición de cooficialidad para el corso. París no presta mucho atención a las lenguas regionales al considerarlas un peligro para la unidad.
Los casos de la Cataluña francesa y el País Vasco francés
Hay en Francia otros focos separatistas si bien minoritarios. La llamada Cataluña francesa, cuya capital oficiosa sería Perpiñán, siente cierto vínculo cultural aunque se desentiende del secesionismo. El catalanoparlante Rosellón pasó al Estado francés en 1669. El País Vasco francés podría hacer lo propio con sus vecinos en Euskadi, donde la sociedad se estaba recomponiendo en paz y libertad. Si la consulta ilegal catalana saliera adelante, habría voces que reclamen esa vía. Un 57% de los vascos estaría a favor del referéndum. Pero según el último Euskobarómetro, solo un 30% de los consultados se declara independentista.
Hubo asimismo atentados perpetrados por movimientos armados nacionalistas en Bretaña hasta el 2000. Ahora, los nacionalistas, como la Unión Democrática bretona, reivindican volver a los límites históricos en la administración.
Padania y el peso del capital
El movimiento secesionista en el norte de Italia es de marcado carácter económico, aunque artificial por carecer de base histórica. En las regiones de Lombardía, Aosta, Piemonte, Liguria, Véneto y Emilia-Romagna se genera, a través de la banca y la industria, gran parte del capital económico italiano. Muchos creen que las regiones del centro y sur del país malgastan el dinero. El Partido Liga Norte en los años 90 quería la independencia de "Padania", del nombre italiano "pianura padana", llanura del Po. En la actualidad, la formación es más moderada. Los próximos referendos para pedir más autonomía han mitigado el impulso soberanista.
Tirol del Sur, lengua y economía
Perteneció hasta el final de la Primera Guerra Mundial a Austria-Hungría pasando luego a Italia. Tras la Segunda Guerra Mundial obtuvo cada vez mayor autonomía política e idiomática. Hay aquí asimismo un importante factor económico: la región puede incluso conservar parte de los ingresos públicos, no obstante, al tener éxito económico no quiere depender políticamente de Roma, cuyas deudas han propiciado la idea del separatismo. Italia es, después de Grecia, el país más endeudado de la eurozona.
Cerdeña y los vínculos históricos con la Corona de Aragón
En Cerdeña hasta un millón de personas hablan el idioma propio, el sardo. Aunque el sentimiento identitario en la isla es fuerte, el espectro político nacionalista está muy fragmentado. En el caso de que lograra unirse, tendría una fuerza de un 25% de los votos. Hay vínculos históricos con la Corona de Aragón, de la que Cerdeña formó parte del siglo XIV a principios del XVIII. El catalán fue lengua oficial y aún hay hablantes en la capital, Alguero.
Flandes y la peculiaridad belga
En las elecciones de 2014, la Nueva Alianza Flamenca fue la más votada. Sus líderes están convencidos de que Flandes, sin Valonia, estará mejor. En la región, que es la más rica, se habla flamenco. Valonia es francófona y de mayoría católica, nunca ha contado con un Estado y fue parte de la corona española durante dos siglos. En Bruselas ambos idiomas son oficiales. Si Flandes se independizara, Bélgica perdería más de la mitad de sus habitantes y poder económico. La tentación de la parte rica de deshacerse de la más pobre sea quizá más alta. Sin embargo, al igual que en Escocia es improbable que se recurriera a la vía unilateral. El debate ha perdido fuerza.
Baviera, la que más aporta
Baviera, con su rendimiento económico, preferiría ceder menos dinero para equilibrar la brecha entre los Länder pobres y ricos. Los bávaros son los que más aportan al Fondo de Solidaridad y, por ello, una de las principales demandas de los nacionalistas del Partido Bávaro es un nuevo pacto fiscal. Fundada en 1946, esta formación perdió muchos apoyos cuando la Iglesia católica se decantó del lado de los socialcristianos a principios de los 50. La Unión Social Cristiana asociada a nivel federal con la Unión Demócrata Cristiana domina la escena política. Según las encuestas, una tercera parte de los bávaros sería favorable a la independencia.
La vía eslovena
En el referéndum de 1990 de Eslovenia la opción de independencia ganó por un 95%. Hubo una participación de alrededor del 90%. La ley del referéndum esloveno planteaba un período de seis meses para negociar cómo se implementaría. A diferencia del caso catalán, no había un miembro de la UE afectado y la Federación Yugoslava era un Estado en desintegración. Junto con Eslovenia, también se independizó Croacia, dando lugar a un conflicto más largo y sangriento. La declaración eslovena fue seguida por una guerra de 10 días, en la que murieron un centenar de personas. La intervención de la UE en ese momento produjo el "reconocimiento de facto" del nuevo Estado.