La confianza en España ha mejorado de forma intensa en los últimos años, factor en el que no solo han influido los buenos datos de crecimiento o la paulatina reducción del déficit público. El desapalancamiento privado -familias y empresas no financieras- es de tal intensidad que no encuentra parangón en toda la Unión Europea, y supera ya los 502.000 millones, el 50% del PIB, desde que en primavera de 2010 se desatara la tormenta griega. En ese periodo, solo Reino Unido ha experimentado un desapalancamiento similar.
Es lo que reflejan los datos de las Cuentas Financieras del cuarto trimestre de 2016 publicadas por el Banco de España y certificadas en el Congreso por el ministro de Hacienda y Función Pública, Cristóbal Montoro. El pasivo conjunto de empresas y familias asciende en estos momentos en el 166,1% del PIB, en torno a los 1,84 billones de euros. Una cifra aún considerable pero que ya se sitúa en línea con la del resto de países europeos. Y solo siete años después de que rozara el 220% del PIB, un volumen insostenible que explicó, en parte, que la desconfianza inversora se cebara con nuestro país durante un trienio muy duro (2010-2012).
A día de hoy, el volumen de pasivo de las familias equivale al 64,4% de la riqueza total del país, muy por debajo de los máximos de casi el 80% que registraba justo antes del inicio de la crisis de deuda en la ribera mediterránea. En esa reducción, de un tercio sobre el total, ha tenido mucho que ver la enorme restricción en la concesión de créditos por parte de la banca, que solo se animó desde el año 2015.

Formidables perspectivas
Pero si espectacular ha sido el desapalancamiento familiar, más voluminoso aún ha resultado el de las sociedades no financieras, que en 2010 coquetearon con una deuda superior al 140% del PIB español. Hoy la ratio se coloca en el 101,7%, 40 puntos menos, en un porcentaje que recuerda más al de la deuda pública.
La suma de ambos, del 166,1% (147,3% si hablamos de pasivo consolidado), supone volver a los mismos niveles del año 2006, mucho antes de que estallara la peor recesión en décadas. Y el proceso va a ir a más, según augura el propio Gobierno. El ministro Montoro, que hace especial hincapié en que el desendeudamiento es especialmente pronunciado desde 2012 -430.000 millones de euros-, cree que bajará en otros 330.000 millones durante esta legislatura. Si los datos son ciertos, el sector privado español entrará en la próxima década batiendo todos los registros, con una caída de la deuda de más de 800.000 millones de euros en diez años. Ese proceso no admite comparación en el conjunto de países desarrollados de tamaño y composición similar.
El Gobierno no es el único agente que confía en que el proceso se perpetúe en el tiempo. El presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), José Luis Escrivá, también muestra optimismo respecto a la evolución de la situación financiera de hogares y empresas, sobre todo por su actual capacidad de financiación.
Respecto a los hogares, su necesidad inversora ha caído considerablemente -"ya se han comprado demasiadas casas y cada vez hay menos que comprar", llegó a decir Escrivá en la Comisión parlamentaria de Economía-, mientras que su capacidad de ahorro ha aumentado en los últimos años. Mientras, las sociedades no financieras han variado su posición de forma radical: de unas necesidades financieras de más del 7% del PIB justo antes del estallido de la crisis por el enorme esfuerzo inversor que realizaron en los primeros años de siglo, han pasado ahora a disponer de una capacidad financiera del 1,3%.
Una comparación 'odiosa'
Se da la circunstancia de que el espectacular proceso de desendeudamiento privado no ha podido verse compensado por el mismo efecto en el conjunto de las Administraciones Públicas, que han elevado su montante de pasivo en la misma proporción en que éste ha bajado en empresas y familias. Según datos también del Banco de España, esa deuda pública ha crecido algo más de medio billón de euros desde la primavera de 2010. Entonces, se situaba en los 605.000 millones de euros, y ahora está anclada en los 1,106 billones, 501.000 millones más. La ratio, de hecho, es del 98,9% del PIB, a solo dos puntos y dos décimas de la que registra el porcentaje de pasivo de las empresas no financieras.
Ese incremento tan brusco de la deuda de las Administraciones ha provocado que España, globalmente, apenas se haya desapalancado desde la fecha de referencia, el año 2010. Sí lo ha hecho desde 2013, momento en el que las Administraciones debían ya cerca de un billón de euros y empresas y familias más de dos. Entonces, la deuda total sobrepasó el 300% del PIB. Ahora es del 265%.