Es el bastión del pensamiento neoliberal y del mercado. La fuente de la que nacieron todos los arroyos del pensamiento económico más moderno, incluso los que aportaron las teorías financieras más peligrosas, como los productos derivados. La Chicago School of Economics, que ha ganado más premios Nobel en Economía que cualquier otra universidad americana, se encuentra hoy marginada. Siente silbar a su alrededor el viento del aislamiento.
Al igual que le ocurrió en el periodo más difícil de su historia, en los años 50, cuando dominaban los keynesianos y cuando proporcionó refugio al parado Friedrick Von Hayek, uno de los iniciadores del pensamiento neoclásico moderno.
Aquí se construyeron los pilares del liberalismo y de la desregulación, en los que se apoyó, a partir de los años 80, el ciclo económico. Pero ahora, con la crisis financiera, con el hundimiento de la bolsa, con los mercados y bancos sin liquidez y con la intervención del Estado para salvar a las grandes instituciones financieras, la escuela de Chicago parece haber sido relegada de pronto al ostracismo. Y sus economistas han sido sentados en el banquillo de los acusados por haber impulsado los excesos que condujeron a la catástrofe financiera actual.
Uno de ellos, el más anciano y el símbolo de la escuela, es Gary Becker, de 77 años, premio Nobel en 1992 por sus trabajos sobre la economía en relación con ciertos comportamientos sociales como la criminalidad.
Profesor, con la concesión del premio Nobel de Economía a Paul Krugman, ¿al final han ganado los keynesianos?
La motivación del Nobel a Krugman radica en sus trabajos sobre el comercio internacional. Es un buen trabajo, pero no afronta cuestiones macro. Y, además, es un trabajo neutro, ni keynesiano ni antikeynesiano. Que, además, el premio encierre un significado político es plausible.
En cualquier caso, hay una evidente reacción popular contra el mercado. ¿Le preocupa?
Hoy por hoy, todavía no sabemos si vamos a entrar en una severa depresión económica o en una recesión. Yo creo más en la segunda hipótesis. Desde ahora y todo 2009 tendremos una recesión, quizás larga y dura, pero una recesión al fin y al cabo. Pero no asistiremos al hundimiento del mercado. Tras la crisis, habrá más regulación en las finanzas, aunque el parámetro de fondo en el que continuará apoyándose la economía americana seguirá siendo el mercado.
¿Pero la crisis no procede precisamente de las innovaciones del mercado, como los productos derivados?
El principal elemento que condujo a la crisis fue el enorme endeudamiento de las instituciones financieras. Piense que en 1929 se produjo pánico y la bolsa se hundió incluso sin los derivados. Fuerte endeudamiento sin evaluación de riesgos conduce inevitablemente a la arrogancia y a la crisis.
Los economistas de su línea se sientan hoy en el banquillo de los acusados porque la crisis se produjo, al igual que en 1929, en un contexto de total liberalización.
Repito que no creo que acabemos como en los años 30. Pero es importante distinguir. El mercado libre tiene un impacto en el mundo empresarial y no sólo en el financiero. Y si tuviésemos que evaluar el prestigio del mercado libre tendríamos que ver si en los últimos 30 años se produjo un profundo aumento del bienestar o no. Y yo creo que sí. Y no creo que hubiésemos conseguido los avances logrados con un estatalismo rígido, proteccionista y asistencialista.
¿Disminuirá el liderazgo americano en el mundo?
No lo creo. Hoy América es más débil, pero también lo es Rusia. Y el mercado japonés ha bajado con respecto al americano. Sólo si entrásemos en depresión y el libre mercado se topase con dificultades, podría producirse una crisis de liderazgo americano.
¿Qué receta prescribe?
Más reglas, más transparencia para el mercado financiero, más capital para los bancos y eliminar Freddie Mac y Fannie Mae, que no causaron, pero contribuyeron a la crisis. Y recordar el siguiente principio: una empresa nunca es demasiado grande para quebrar, pero el sistema sí es demasiado grande para que quiebre.
¿Quién ganará las elecciones?
Barack Obama tiene todas las de ganar. Me preocupa que la Casa Blanca y el Congreso estén en manos del mismo partido. Con Bush en la Casa Blanca y un Congreso republicano se cometieron graves errores, demasiados gastos y demasiados favoritismos.
¿Y si gana Obama?
El Congreso está controlado por la izquierda demócrata y Obama se alinea, también él, con esta corriente del partido. Esta combinación me preocupa. Nos arriesgamos a un contraataque contra el libre comercio, correremos el peligro de mayores impuestos y de nuevos gastos públicos, de intervencionismo y de una regulación mucho más rígida. Y el coste que estas medidas tendrán sobre la economía, lo veremos mucho más tarde.
¿Qué le parece la convocatoria de una cumbre internacional para discutir sobre las medidas mundiales que puedan hacer frente a la crisis?
Se habla de un Bretton Woods II. Pero no creo que se quiera volver al sistema de cambios fijos. No veo un nuevo papel central para el FMI, porque es una enorme burocracia que ha cometido muchos errores. Es mejor la idea de un G-8 ampliado.