Economía

Un nuevo bloqueo legislativo en el Capitolio lastrará el avance del PIB

  • La atomización del Congreso dificulta aplicar el programa del nuevo presidente

El 8 de noviembre los estadounidenses también elegirán la composición de los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 34 de los 100 que componen el Senado. Una elección clave, ya que el Congreso no sólo tendrá la capacidad de potenciar o minimizar el impacto del programa del próximo inquilino de la Casa Blanca, sino que deberá mitigar el descontento popular del electorado.

"La ampliación de la brecha ideológica tanto entre demócratas y republicanos como dentro de los propios partidos ha incrementado la polarización política, haciendo más difícil aprobar cualquier legislación", estima Kate Moore, estratega jefe del BlackRock Investment Institute.

El actual presidente, Barack Obama, sólo disfrutó durante un corto periodo de tiempo de la alineación perfecta políticamente hablando. Cuando desembarcó en el Despacho Oval, en enero de 2009, ambas Cámaras del Capitolio estaban en manos demócratas. De ahí que lograse aprobar su reforma sanitaria, más conocida como Obamacare, la reforma financiera Dodd-Frank o el rescate de la industria automovilística.

Sin embargo, en las elecciones de 2010, los republicanos recuperaron su mayoría en la Cámara Baja y comenzaron a usar el bloqueo político como granada de mano para dinamitar los esfuerzos legislativos, tanto de la Casa Blanca como de los demócratas, todavía en poder del Senado.

Fue a partir de entonces cuando se echó mano del techo de la deuda para forzar una crisis que durante el verano de 2011 culminó con la pérdida de la apreciada triple A por parte de la agencia de calificación Standard & Poor's y que a comienzos de 2013 casi provoca un ajuste fiscal sin precedentes para más tarde, en octubre, obligar al Gobierno federal a cesar gran parte de sus operaciones.

Cabe recordar que durante los periodos en que los republicanos han utilizado el bloqueo legislativo, bien con el tema del techo de la deuda o con el cierre del Gobierno, el PIB se ha resentido. Tanto en 2011 como en 2013, la economía creció sólo ligeramente por encima del 1,6 por ciento, los peores niveles desde la recesión de 2009. En cambio, en 2010, 2012, 2014 y 2015, el PIB ha crecido entre un 2,2 por ciento y un 2,5 por ciento.

Auge del populismo

Estratagemas políticas como ésta y una recuperación con diversos baches han alimentado la frustración del electorado y el establishment político. En noviembre de 2014, gracias al auge del bautizado como Partido del Té, los republicanos tomaron el control de la Cámara Alta y aunaron fuerzas con este movimiento.

En estas circunstancias, el desengaño del electorado ha incrementado el populismo, que en las presentes elecciones ha estado claramente representado por Donald Trump en el bando republicano y el senador por Vermont, Bernie Sanders, en el frente demócrata.

A día de hoy, todo parece indicar que los republicanos mantendrán su hegemonía en la Cámara de Representantes, pero existe una gran posibilidad de que pierdan el Senado. Los demócratas necesitan sólo que un 5 por ciento de los votos viren a su favor para cerrar la brecha con los republicanos.

"La ansiedad del mercado también mira al Congreso, ya que una mayoría demócrata en el Senado hace pensar que una agenda más progresista podría ser implementada bajo una victoria de Clinton", justifica Lisa Shalett, directora de cartera en Morgan Stanley Wealth Management.

Desde el BlackRock Investment Institute observan una mayor probabilidad de un bloqueo, ya que incluso una minoría simple de los demócratas en el Senado no será suficiente para avanzar propuestas. Esto dificultará la elaboración de propuestas en materia tributaria y, sobre todo, presupuestaria.

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