
"A los osados les favorece la fortuna". De esta forma brindó Barack Obama por Matteo Renzi el martes pasado, durante la última cena de Estado de su presidencia. Además, mientras daba la bienvenida a la Casa Blanca al primer ministro italiano, añadió que Renzi "encarna una nueva generación para el liderazgo en Italia y en Europa".
En este momento, el Gobierno italiano es uno de los últimos baluartes europeos de la estabilidad política para Washington, frente a la ola creciente del populismo. Por ese motivo, Obama quiso apoyar al primer ministro italiano de cara a la campaña electoral del referéndum constitucional que, el próximo 4 de diciembre, decidirá el futuro político del Gobierno transalpino.
"Matteo está haciendo las reformas necesarias en Italia. A veces encuentra resistencia, pero la economía está dando señales de crecimiento", dijo el presidente de Estados Unidos, añadiendo que "el referéndum modernizará las instituciones italianas e impulsará una economía más dinámica".
Obama, a pesar de "no querer influenciar" el debate político italiano, añadió, en referencia a la promesa de dimisión de Renzi en caso de derrota: "Yo soy un hincha, Matteo. Incluso si pierdes, pienso que deberías quedarte".
La cena de Estado se convirtió en una enorme ayuda electoral para Renzi, un apoyo que no fue para nada desinteresado: Italia es un socio importante por su papel en Europa, en la OTAN y como amortiguador de la crisis humanitaria que protagonizan los millones de refugiados que huyen de Medio Oriente y de África. Y aún lo será más tras el Brexit y las crecientes tensiones sobre política internacional existentes entre Washington, París y Berlín.
A pesar de las alabanzas de Obama, al regresar a Italia tuvo que volver a enfrentar los problemas de siempre: una economía que no despega y una cuentas públicas que hay que cuadrar. De hecho, mientras el mandatario transalpino cenaba con Obama, la Comisión Europea filtró sus dudas sobre los Presupuestos recién presentados por Roma.
Sin embargo, son las noticias procedentes del mercado laboral las que más preocupan al primer ministro. La Seguridad Social transalpina difundió la semana pasada los datos sobre los contratos en los primeros ocho meses de 2016. El resultado no es muy halagador para la reforma laboral de Renzi, una de sus medidas estrella.
Los despidos disciplinares se dispararon un 30%, mientras que los nuevos puestos de trabajo por tiempo indefinido se hundieron casi un 33% con respecto a 2015. La diferencia se debe a la reducción de los incentivos. Los datos indican que, a falta de medidas que abaraten la contratación de trabajadores, la reforma no produce más empleo.
Para salir del atolladero, la estrategia elegida por Renzi es ignorar los vínculos presupuestarios impuestos por Bruselas y estimular aún más la recuperación. Incluso en este campo el primer ministro italiano tiene el apoyo de Obama: "Estoy convencido de que las medidas de austeridad han contribuido a la ralentización del crecimiento en Europa. En algunos países hemos visto años de estancamiento, que han alimentado frustraciones económicas y ansias en todo el Continente, sobre todo entre los jóvenes", dijo el presidente norteamericano: "Es por eso por lo que pienso que la visión y las reformas ambiciosas que el primer ministro Renzi está persiguiendo son tan importantes", afirmó.