Economía

El auge del negocio de la muerte en China

La mayoría de los trasplantes en china provienen de las personas ejecutadas en china. Foto: eE
Ésta es la historia de la miseria humana más infame. La historia de una crueldad enfermiza al servicio de un negocio extraordinariamente lucrativo.

La historia de un país sin escrúpulos que sigue permitiendo, en una dictadura donde no se mueve ni una mosca sin el beneplácito oficial, que los órganos vitales de miles de prisioneros ejecutados sean comercializados para un tráfico semiclandestino que mueve cantidades multimillonarias. Cómo no, hablamos de China, el país que según algunos despistados es el modelo a imitar, el gran coloso económico del siglo XXI.

Esta semana, mientras usted lee estas líneas, cientos, quizás miles de delincuentes chinos serán ejecutados en masa mientras sus hígados, riñones y demás órganos entrarán en un escabroso circuito de transplantes donde el mercadeo es prácticamente al mejor postor. El objetivo es que un número equivalente de enfermos, principalmente de elevado poder adquisitivo (algunos de ellos, incluso de países extranjeros) se enganchen como sea a la vida. Con ello, una buena nómina de médicos, jueces y policías logran exprimir impune y miserablemente el negocio de la muerte. En los últimos días han aparecido nuevas evidencias de que China permite la venta de órganos.

Mercado de transplantes

Fue en el Departamento de Transplantes Hepáticos del conocido Hospital Zhong Shan, de Shanghai. Un enfermo chino, que aguardaba pacientemente su turno en la consulta, aborda al falso paciente extranjero: "¿No hay órganos para transplantar en España?", pregunta, al creer que el interlocutor busca un hígado para un familiar. Acto seguido, exclama: "¡Ah, será porque en Occidente no se ejecutan prisioneros!". Otro paciente que estaba escuchanco la conversación, se incorpora al diálogo y remata: "Los órganos vienen de reos ejecutados. Todo el mundo sabe eso en China. Además, hay que saber que ésta es una muy buena época para conseguir un hígado o un riñón porque muchos delincuentes van a ser ejecutados durante esta semana".


La mejor semana para el mercado de transplantes

¿Por qué? Porque con "esa semana" se refiere a la denominada Semana Nacional, con la que se conmemora la fundación de la República Popular el 1 de octubre de 1949, y que al ser una fecha de "significación nacional" es cuando históricamente el régimen comunista realiza ejecuciones en masa a lo largo y ancho del país para demostrar su compromiso en la lucha contra el crimen.

Según Amnistía Internacional (AI) y algunas otras ONG, el Estado chino ejecuta cada año a 8.000 criminales. La cifra, para hacerse una idea, es 16 veces superior a la que acumulan el resto de países del mundo juntos, que suman en total 500 ejecuciones. "Hay una conexión entre pena de muerte y transplante de órganos. Se sabe que un 95 por ciento de éstos provienen de prisioneros. Esa práctica está extendida por todo el país", explica a elEconomista Mark Allison, investigador de Amnistía Internacional en Hong Kong.

Frente a las acusaciones internacionales, el Gobierno chino siempre ha declarado que se trata de "fabulosas mentiras occidentales". Un discurso oficial que no ha impedido que el viceministro de Sanidad, Huang Jiefu, reconociera hace meses, en el marco de una conferencia internacional, que la mayoría de los órganos para transplantes que hay en los hospitales del país proceden de criminales ejecutados.

Un negocio millonario

La escasa, y a la vez ambigua, legislación china en esta materia -que fue modificada el pasado 1 de julio, aunque sin resultados aparentes hasta el momento- ha contribuido a disparar el negocio. "Grandes cantidades de dinero van a parar directamente a los hospitales, pero jueces y policías también están involucrados" en esta trama de comercio ilegal de órganos, asegura Allison.

El precio fluctúa en función de distintas variables: por ejemplo, de tener el guanxi (contacto) adecuado o no, de la disponibilidad de órganos en el momento en que se soliciten, de la urgencia de la operación o incluso del volumen del soborno. Es decir, de lo que se esté dispuesto a pagar por conseguir ese órgano.

"Pagué 200.000 yuanes (unos 20.000 euros, al cambio) por el hígado transplantado de mi marido", relata una mujer en el Hospital Zhong Shan. Otra mujer, de apariencia pobre, admite que pagó tres veces más por el mismo órgano. "Invertí todos mi ahorros y pedí dinero prestado a todos mis familiares y amigos", explica, describiendo el drama cotidiano por el que tiene que pasar el 80 por ciento de la población china, que no tienen seguro médico de ninguna clase. Según Amnistía Internacional, los transplantes "cuestan muchísimo dinero" en China, como consecuencia directa de la comercialización de la sanidad. Ahora, con el despegue económico, muchos más chinos pueden comprar un órgano y, por tanto, el negocio vive una especie de boom.

A través de la red

Además, la rapidez del proceso médico en 500 hospitales chinos ha hecho florecer una suerte de turismo de transplantes proveniente del extranjero. La pasada semana, la cadena pública británica BBC destapó que un hospital chino cobraba 50.000 libras por el transplante de hígados de prisioneros a enfermos británicos. Y ello pese a que el ratio de supervivencia al cabo de un año en China tras una de estas intervenciones es sólo el 50 por ciento, mientras que en los Estados Unidos es del 81 por ciento, según los últimos datos.

En Internet, distintas webs ofrecen de forma más o menos enmascarada órganos a la carta. La web japonesa bek-transplant.com despeja todas las dudas sobre la procedencia de los órganos: "Proceden de las personas ejecutadas en China", detalla sin ningún pudor.

Un tal señor Kawazuru, promotor de este macabro negocio, comentó, en una conversión telefónica con este periódico, que "existen grandes cantidades de órganos en China" pese al supuesto endurecimiento legislativo de los últimos años. En realidad, son muchos los que opinan que éste se ha hecho únicamente "para crear una buena imagen hacia el exterior con motivo de los Juegos Olímpicos".

Kawazuru lleva hasta los hospitales chinos a sus pacientes foráneos a precios estratosféricos: 80.000 dólares por un riñón; 135.000 dólares por un hígado. "Mucha gente odia lo que hacemos, pero simplemente sacamos provecho del sistema chino", remata.

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