
Las cumbres de líderes son como los árboles de Navidad: todo el mundo intenta colgar sus bolas. El riesgo de sobrecarga es aún mayor cuando la cita reúne a los primeros espadas de las 20 naciones más poderosas del planeta, el organizador es China, y la pila de riesgos y desafíos que encara el planeta no para de aumentar.
Entre toda la constelación de temas oficiales de la agenda, acuerdos por firmar y retos por resolver en los márgenes, los líderes del restrictivo G-20 tendrán una prioridad absoluta sobre la mesa cuando se reúnan mañana y el lunes en la ciudad china de Hangzhou: cómo relanzar el enclenque crecimiento global con más dosis de innovación y huyendo de los gestos proteccionistas.
El Gobierno chino, al frente de la Presidencia del grupo este año, ha elegido cuidadosamente el tema. En un momento en el que China pelea con los europeos por ser reconocida como economía de mercado y observa con recelo la carrera de Donald Trump hacia la Casa Blanca, el país se exhibe como ejemplo de los beneficios derivados de una apuesta decidida por la innovación y la inversión en I+D, al tiempo que se ofrece como socio para una cooperación en materias como la digitalización de la industria o la próxima generación de Internet móvil.
Según un estudio de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, la Cornell University e Insead, el país ya ha conquistado la segunda plaza en gasto en I+D como porcentaje de su PIB, tan sólo por detrás de EEUU. Muy atrás quedan las naciones europeas, superadas por China ya en 2014, y que no han cumplido el objetivo de dedicar el 2 por ciento de su PIB.
Reconocimiento de la OCDE
El giro de China hacia un crecimiento más inteligente no ha pasado desapercibido para la OCDE. "Mientras la errónea colocación de capital durante las pasadas décadas es manifiesta en el exceso de capacidad en un numero de sectores de manufactura, la canalización de la inversión hacia la alta tecnología y nuevas industrias es claro", dijo Margit Molnar, economista en la OCDE.
Los daños ocasionados por esta sobreproducción han sido especialmente claros en el sector del acero. Para dar salida a sus excedentes, Pekín ha apoyado la exportación, hundiendo así artificialmente los precios, inundando el mercado europeo con acero chino y provocando una crisis descomunal de las acerías europeas. La respuesta europea ha sido la imposición continua de medidas antidumping, que los fabricantes aún consideran insuficientes, y piden mecanismos más robustos para defenderse de la competencia desleal de los fabricantes chinos.
El tema podría llegar a la mesa de los líderes, más aun cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha alertado sobre el surgimiento de reacciones proteccionistas en el planeta, y los riesgos que entraña para una economía global más débil de lo esperada.
Tanto es así que el Fondo alertó esta semana en una carta a los jefes de las principales naciones que están muy lejos de conseguir el objetivo que se marcaron en 2014 de crecer conjuntamente un 2 por ciento adicional para 2018.
Para dar más impulso al crecimiento, se espera que los líderes confirmen el compromiso de pasadas cumbres de usar todo el arsenal disponible, incluyendo la política monetaria y el gasto público en el caso de aquellos países que tengan espacio fiscal para hacerlo. Sin embargo, Pekín opina -en línea con el pensamiento de Bruselas y otras capitales europeas- que estos estímulos a corto y medio plazo tienen sus límites, por lo que los Gobiernos deberán emprender reformas estructurales para aumentar el potencial de sus economías.
Crisis de los refugiados
Aunque apuntalar el despegue económico continúa siendo una prioridad para la UE, los europeos también llevarán otros temas a la mesa de los líderes del G-20, como la crisis de los refugiados.
En una carta dirigida a los Estados miembros de la UE, los presidentes de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y del Consejo Europeo, Donald Tusk, indicaron que solicitarán "aumentar la asistencia humanitaria y para el desarrollo, las reubicaciones, el apoyo para refugiados y sus comunidades de acogida a través de instituciones financieras internacionales y la lucha contra la inmigración irregular".
Los europeos, que estarán representados por los jefes de los ejecutivos de Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y España, también quieren discutir la lucha contra la financiación de los grupos terrorista, así como continuar con las reformas para reforzar el marco regulatorio financiero.
La cita anual del G-20 llega en un momento en el que los europeos se han lanzado los platos a la cabeza con los otros dos principales actores del planeta: EEUU y China. En el caso de EEUU, la reciente decisión de la Comisión Europea de forzar a Apple a que pague 13.000 millones de euros en impuestos atrasados a Irlanda ha provocado que Washington acuse a Bruselas de cargar contra las firmas norteamericanas e intentar adueñarse de cargas fiscales que le corresponden.
La decisión de la UE llegó justo la misma semana en la que el tratado de libre comercio que negocian la UE y EEUU (TTIP) recibiera una seria estocada por parte de algunos Estados, entre ellos Alemania. Mientras, Europa y China mantienen un duro cara a cara por las ayudas que otorga Pekín a sus industrias, sobre todo la del acero. Por esta razón, los europeos recelan de otorgar el estatuto de economía de mercado al gigante asiático a finales de este año, si no consiguen antes mecanismos adicionales de protección comercial.