
París, 23 jun (EFE).- La décima manifestación contra la reforma laboral francesa se celebró hoy en orden y calma en la Plaza de la Bastilla de París, donde decenas de miles de personas clamaron contra la ley y reivindicaron su derecho a protestar en la calle.
Horas antes de la concentración, que comenzó a las 12.00 GMT, las fuerzas policiales cerraron todas las calles aledañas a esa emblemática plaza y al Puerto del Arsenal para asegurarse de que los manifestantes no introdujeran armas, proyectiles, cascos, bufandas ni pañoletas con las que pudieran cubrirse el rostro.
Para ello, se dispusieron unos 2.200 agentes de las fuerzas del orden, distribuidos en varias barreras policiales que debían atravesar los manifestantes para acceder al lugar.
En cada una, policías y gendarmes requisaban las bolsas que portaban los manifestantes y allí detuvieron hasta a 95 personas que llevaban objetos que podían provocar confrontaciones o altercados violentos.
El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, se felicitó en declaraciones a la prensa por el transcurso "óptimo" de la protesta, gracias al "compromiso entre el derecho a manifestarse y el de garantizar la seguridad".
Quienes pasaban los controles policiales aseguraron estar decididos a luchar pacíficamente hasta el final con tal de evitar que esta ley sea aprobada, ya que consideran que es "inaceptable" y que "no es posible para el futuro de nuestros hijos", dijo a Efe Véronique Arfi, madre de tres niños y que trabaja en la recolección de basuras.
Igualmente invitó a otros trabajadores a unirse a las manifestaciones: "Tiene que haber más gente, tenemos que estar todos", y añadió que "hacer huelga no es quedarse en casa simplemente, es hacer huelga fuera, saliendo a la calle".
Por su parte, el militante Cédric Dematte recalcó que además de manifestarse contra la ley laboral, había ido también a hacer oír su voz contra "un principio impuesto por el Parlamento Europeo, que es el de hacer reformas en contra de los derechos de los trabajadores".
Pese a todo, el presidente de Francia, François Hollande, insistió hoy en que su Gobierno irá "hasta el final" con este proyecto de ley, necesario a su parecer.
"Es esencial no sólo que las empresas puedan contratar más y que haya más formación para los que están alejados del empleo, sino también que haya más contratos indefinidos y más en materia de inserción", subrayó Hollande en un breve discurso durante la inauguración de un centro social en París.
En esta ocasión, los participantes no se manifestaron solamente contra la ley del trabajo, sino que además reivindicaron su derecho a la protesta, después de que el Gobierno anunciase que no permitiría nuevas manifestaciones, por los disturbios del pasado día 14, si bien en última instancia rectificó y autorizó la marcha de hoy.
En ese sentido, Oklay Tougce, miembro del colectivo Taksim París, explicó a Efe que no solo buscan "que el Gobierno cambie de opinión respecto a la aprobación de la ley", sino que además, pretenden que "termine el estado de emergencia, porque su objetivo no es proteger a la gente sino atacar a los activistas".
Las cifras de participación en la manifestación varían, pues según el ministro del Interior fueron 20.000 los asistentes; en cambio, los sindicatos aseguran que fueron más de 60.000 personas.
Aunque la concentración en la plaza de la Bastilla se desarrolló en completa calma, los manifestantes que tenían intenciones violentas y que no lograron ingresar allí, se dispersaron por París e intentaron provocar altercados en otros puntos de la ciudad.
Uno de ellos fue en los alrededores de la Bolsa, donde unas decenas de manifestantes gritaron consignas contra la reforma laboral y a su paso tiraron al suelo contenedores de basura para impedir que los furgones de la policía pudieran seguirlos.
Poco después, numerosos agentes antidisturbios acudieron al lugar para dispersar a los alborotadores. Sin embargo, no se llevaron a cabo arrestos entre estos grupos aislados, según confirmaron a Efe fuentes de la Prefectura.
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