El procés está tocado. Los puentes que unían a los diferentes partidos independentistas, y que tenían como imagen icónica el abrazo entre dos personajes antagónicos como David Fernández (CUP) y Artur Mas (CDC) tras la consulta del 9-N, han saltado por los aires.
"Los han dinamitado", decía el President de la Generalitat, Carles Puigdemont, en referencia a los puentes entre la CUP y Junts pel Sí, justo cuando la portavoz anticapitalista ofrecía "reconstruirlos".
Pero la CUP no va a dar su apoyo a cualquier precio. Después de no respaldar los Presupuestos de Junts pel Sí, Puigdemont dijo que el pacto de estabilidad que habían firmado tras el retiro de Mas "había quedado roto". Por ello, el President se someterá a una cuestión de confianza el próximo mes de septiembre, después de la diada.
Desobediencia
Allí, a Puigdemont no le valdrá con una mera abstención de los anticapitalistas, como ha salvado algunas votaciones en el Parlament. Necesitará que como mínimo dos diputados voten a su favor para tener más síes que noes (de 135 de diputados del total de la Cámara, JxSí tiene 62 asegurados).
Pero la CUP ya ha puesto sobre la mesa cuál es su deseo para apoyar la cuestión de confianza: un referéndum unilateral. Esta consulta, que no dependería de una negociación con el Estado, respondería a los deseos reiterados de "desobediencia" por parte de la CUP.
Fuentes de la formación anticapitalista sostienen que no es una condición sine qua non. Pero lo cierto es que, al igual que con los debates referentes a política fiscal o servicios sociales, los cuperos no suelen dar su brazo a torcer.
En todo caso, ahora Puigdemont no quiere ni ver a la CUP. Y es que después de llamarlos "destructores" la semana pasada, ha tomado el ejemplo de otros miembros de su partido como su candidato a las generales, Francesc Homs, o el presidente de su formación, Artur Mas, de cargar contra los que le investieron presidente.
La propia diputada de la CUP Eulàlia Reguant recordaba en un debate en Catalunya Ràdio que "no hay que olvidar que estamos en plena precampaña, y que una vez pasado el 26-J pueden cambiar muchas cosas". Una afirmación que también sostuvo la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ayer en el Parlament. Arrimadas fue más allá y dijo que su objetivo es "ganar tiempo para poder lavar la cara a CDC". Algo que Puigdemont descartó. Aunque el President sí cogió el hilo de una de las propuestas de Junqueras con los Presupuestos, dijo que quiere "enriquecer el procés", es decir, buscar otros apoyos.
Ese mensaje fue un claro guiño a Catalunya Sí que es Pot, que defiende el derecho a la autodeterminación, y a Podemos, en el que dijo que "confiaba", aunque "con pocas expectativas".
El que sí apareció fue el expresident, Artur Mas, que dijo que "vislumbra elecciones anticipadas".