El FMI prevé un PIB del 6% que le convertirá en el más próspero de la región
A pesar de que América Latina no vive su mejor época económicamente, Panamá se ha convertido en los últimos años en un centro financiero refugio de capitales de todo el mundo. Su lugar estratégico -bisagra entre América del norte y del sur- así como su regulación económica liberal le otorgó desde la década de los ochenta altos beneficios. Este año, a pesar del que las previsiones sobre el Caribe apuntan a una contracción económica, los negocios de Panamá no se verán apenas empañados y, de cumplirse con las estadísticas del Fondo Monetario Internacional, su economía podría crecer más de un seis por ciento, es decir, en cifras será el país latinoamericano más próspero.
Detrás de esta diferencia de balances -la región espera caer un 0,3 por ciento- hay varias circunstancias excepcionales. En primer lugar, este mes de junio tendrá lugar la reapertura del Canal lo que, aunado al bajo precio de los combustibles, ha traído y traerá multitud de inversiones especialmente en el sector servicios, energía minería y logística. En concreto, este proyecto de ampliación que arrancó en 2007 conllevó un presupuesto inicial de más de 4.500 millones de euros y pretende, en sus primeros años, duplicar las cargas que actualmente presentan las rutas. No obstante, el atractivo inversor de este pequeño país de cuatro millones de habitantes no sólo queda reservado a los negocios marítimos, sino que su neurálgica bancaria también es responsable de su fortuna.
Fue en la década de 1980 cuando el sistema bancario empezó a abrir sus puertas a fuertes capitales sin preguntar demasiado su origen. Este movimiento en Latinoamérica supuso en pocos años fuertes ingresos pero a la vez una sombra en su expediente ya que, buena parte de la prensa internacional, responsabilizaba al país de ser el centro bancario de los cárteles bancarios de droga.
Fue así como Panamá entró en la lista Gris de países que no cumplen con los estándares de intercambio de informaciones financieras y fiscales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El Ejecutivo entonces trató de enfriar la situación con regulación en el sector bancario, inmobiliario e incluso en el sector de piedras preciosas. Así, este mes de febrero, a pesar de que estos últimos días se ha puesto en entredicho, el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) sacó al país de esta lista.
En su último informe de perspectivas económicas mundiales, el Fondo Monetario también elogió el sistema bancario de Panamá. ?La fuerte integración con el sistema comercial y financiero global ha traído importantes beneficios para Panamá?, reza el documento firmado por la institución que dirige Cristine Lagarde.
Paraíso fiscal
Pero Panamá ya se había convertido en un paraíso fiscal, mucho antes de los ochenta. Con un fuerte apoyo de la economía privada estadounidense, esta pequeña república erigió un sistema impositivo prácticamente invisible lo que llamó a la puerta de empresas de todo el mundo. Sin declaraciones de impuestos, ni auditoría de cuentas, el dinero se acumulaba en sus fronteras, más aún después de que Suiza renunciara al secreto bancario.
Hay una particularidad que, según expertos, ha sido clave en este enriquecimiento público y privado: las fundaciones. Como destaca Panamaoffshoreprivacy.com ?las fundaciones de Interés Privado no pagan impuestos en ninguna de sus entradas, ni están requeridas a reportar al gobierno panameño?.
Conviene recordar que Transparencia Internacional otorgó a Panamá el puesto 72 sobre los 168 países que analiza en su ránking. Si tenemos en cuenta las regiones vecinas llama la atención el crecimiento de Panamá -un 8 por ciento entre 2006 y 2012- en la última década. Según el Banco Mundial, tuvo un desempeño relativamente favorable durante la crisis financiera global con un avance del 3,2 por ciento en 2009. Un año después, el país caribeño ya remontaba a un ritmo de un 7,4 por ciento. Desde entonces, a pesar de los vaivenes mundiales, ha mantenido estable sus balances.