Economía

El reto de Finlandia: bajar los salarios sin perder votos

  • A largo plazo los recortes podrían dejar estancado el crecimiento

"Devaluación" ha sido la palabra clave para numerosos estados europeos en los últimos años, la respuesta crucial a la crisis de deuda soberana en los países de la periferia de la eurozona. Los gobiernos de Grecia, España, Portugal o Italia han comprobado ya lo complicado que es ganar competitividad cuando no se dispone de palancas monetarias y, sobre todo, el coste electoral que lleva aparejado. Ahora, le toca el turno a Finlandia.

Tras tres años de recesión, y con poca capacidad de maniobra en el lado del gasto público (el ejecutivo finés afronta hoy mismo un plan para recortar otros 400 millones de euros adicionales) a la coalición en el poder le ha llegado la hora de reducir los costes laborales... o afrontar nuevas rebajas en la calificación de su deuda.

La ventaja de Finlandia es que puede observar todo lo que se ha hecho bien y todo lo que se ha hecho mal en estos años en los países mediterráneos, e intentar lidiar con la devaluación interna de la mejor manera posible.

El ejecutivo de centro derecha liderado por el antiguo empresario Juha Sipila ha desarrollado por eso un plan con cuatro puntos.

El primero de ellos consiste en convencer a los sindicatos de que un recorte de cinco puntos porcentuales en los costes salariales va en beneficio de los propios trabajadores, para que lleguen a un acuerdo con los empresarios.

El segundo -amenazando con aprobarlo por ley si no se llega a un pacto social- es sacar adelante un paquete de medidas leoninas: que los empleados paguen parte de la seguridad social que correspondía a las empresas; que la gente trabaje 24 horas más al año por el mismo sueldo; que las pagas extra de los funcionarios se reduzcan en un 30%.

En tercer lugar, el Gobierno pretende que sindicatos y patronal acuerden una congelación temporal de los sueldos que dure, como mínimo, un año.

Riesgo de estancamiento

Por fin, en cuarto lugar, el ejecutivo quiere más flexibilidad en el mercado laboral y propone para ello los bancos de tiempo, que permitan redistribuir el trabajo entre los sectores que más lo necesitan.

La teoría del plan es que, con el paso del tiempo, bajará el paro, el estado ingresará más y podrá usar el dinero extra en restaurar el poder adquisitivo. Como consecuencia, los ciudadanos estarán contentos y le votarán en las elecciones.

Si bien es cierto que el ejecutivo de Sipila cuenta con un margen de popularidad razonable para sacar adelante su plan, lo único seguro a corto plazo es que las reformas serán costosas en términos electorales. A medio plazo, sin embargo, Finlandia corre el riesgo de que el recorte de la renta disponible simplemente ataque a la demana interna y el crecimiento económico se estanque.

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