
La revisión al alza del déficit en 2015, que realizó este jueves el Gobierno, ha terminado por apartar los reflejos milagrosos en la recuperación que se empeñaba en observar el Gobierno del PP, realzando las sombras de un complicado cuadro económico para los próximos meses.
La corrección fue tan significativa que el agujero fiscal de casi un 5,2 por ciento del PIB en 2015 coloca a las cuentas españolas como a las más deficitarias de la UE, tan sólo superadas por las griegas (7,6 por ciento), el único país que continúa bajo un rescate en Europa tras la salida de Chipre esta semana.
Más aún, España podría cerrar este año siendo el país con la brecha fiscal más elevada en la UE si se confirman los datos que publicó ayer el Banco de España. La institución española espera que el déficit se quede en el 4,4 por ciento del PIB este año, un punto por encima de la cifra esperada para Grecia por la Comisión Europea, según sus últimas previsiones del pasado mes de febrero.
Habrá que esperar a la confirmación de los datos de 2015 por parte de Eurostat el 21 de abril, y a las nuevas previsiones que publicará la Comisión a principios de mayo. Además, cualquier predicción con Grecia puede resultar arriesgada, dado que las cifras bailan al compás de las complicadas negociaciones que mantiene Atenas con sus socios de la eurozona para mantener encarrilado el tercer rescate.
De todas formas, el nuevo dato del déficit imposibilita cualquier discurso triunfalista del PP de cara a una posible nueva convocatoria electoral, y da la razón a aquellos que como el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, avisaron ya el pasado octubre que España estaba ?seriamente? desviada del camino para equilibrar sus cuentas.
Pero el Gobierno del PP no permitió entonces que el socialista francés, y guardián de la disciplina fiscal en la UE, le aguara la fiesta en vísperas de la campaña, e incluso se permitió darle un rapapolvo vía el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker.
Porque hasta entonces, y casi hasta esta semana, la recuperación española tenía dos lecturas. Los entusiastas, entre ellos los populares, apuntaban a la impresionante cifra de crecimiento para probar la ?velocidad de crucero? de la salida de la Gran Recesión, en palabras del ministro de Economía Luis de Guindos. Por eso España era como Irlanda, dos países que habían recibido ayuda exterior, pero que habían conseguido salir del bache de una manera impresionante. Aunque lejos del crecimiento del PIB irlandés (6,9 por ciento el pasado año y 4,5 por ciento este año), España mostraba una de las mejoras del PIB más robustas (3,2 por ciento en 2015).
Reto para el nuevo Gobierno
Sin embargo, los más prudentes, entre ellos la Comisión Europea, avisaban de los serios desajustes macroeconómicos pendientes, sobre todo el desempleo y el elevado endeudamiento público y privado; la falta de esfuerzo estructural realizado en términos de ajustes y reformas desde la mitad de la legislatura; y, sobre todo, el desvío respecto a la senda marcada para la reducción del déficit.
El derrape fiscal ha dejado claro que no ha habido ni milagro ni ?resurrección? de la economía española. Más bien anticipa un calvario para cualquier Gobierno que consiga formar una mayoría en el periodo político más inestable desde la Transición.