
El banco central de Reino Unido ha reconocido públicamente que es el objetivo de incesantes ataques informáticos llevados a cabo por parte de todo tipo de grupos, desde piratas profesionales hasta grupos terroristas. El anuncio se produce sólo unas horas después de que el gobernador del Banco de Bangladesh dimitiese tras conocerse que uno o varios criminales han robado más de 100 millones de dólares de las reservas de divisas del país.
"El Banco de Inglaterra se enfrenta a amenazas cibernéticas avanzadas, persistentes y en constante evolución, procedentes de todo tipo de fuentes", señala el emisor de la libra. Y entre los sospechos habituales están, aunque el instituto no lo reconozca expresamente, dos: las bandas criminales que actúan con impunidad desde Rusia, y diversas unidades del ejército chino especializadas en espionaje industrial.
Aunque hasta hace poco eran cosa de películas y novelas de ciencia ficción, los ataques informáticos han comenzado a tener éxito y muchas organizaciones los consideran ya como una amenaza con el mismo riesgo, o más, que los atracos convencionales.
Por eso el Banco de Inglaterra es sólo una de las muchas instituciones que están haciendo un llamamiento para que se creen nuevas unidades de prevención contra intrusiones en el seno de las fuerzas armadas. Claro que para el emisor la cuestión es doblemente sensible.
"El reto para el Banco de Inglaterra es hacer visible el problema de la ciberseguridad, pero sin crear alarma ni socavar su propia credibilidad", afirma Alex Mendez, de la firma de seguridad Remora, que añade que "si la gente entendiese la escala de los ataques contra el Banco, y la frecuencia con la que se producen, la confianza en el sistema financiero se derrumbaría y eso impactaría sobre la estabilidad.
Esa es la conclusión del propio Banco, que por escrito reconoce que "un ataque exitoso podría tener repercusiones adversas para el Banco, el sistema financiero británico" e incluso, precisa, sobre "infraestructuras financieras críticas a nivel global".