Pese a que la hipotética entrada de Turquía en la eurozona sólo supondría un 5,6% del PIB de la zona euro, las previsiones de crecimiento de su población son un 'rayo de luz' para Europa.
Extendiéndose por la península de Anatolia y Tracia en la zona de los Balcanes, Turquía ha sido históricamente uno de los enclaves geoestratégicos más importantes para los gobernantes del mundo, al estar situada entre Europa y Asia, así como entre tres mares, el Egeo, el de Mármara y el Mediterráneo. Una posición que le ha servido para sacar provecho económico en numerosas ocasiones, pero que también ha sido clave a la hora de ser objetivo de las distintas civilizaciones del mundo, entre ellas la Unión Europea.
Poco antes de las decisivas elecciones parlamentarias en el país otomano, Recep Tayyit Erdogan, y la máxima mandataria alemana Angela Merkel se reunían para tratar de avanzar en la adhesión de Turquía a la Unión Europea. En el entorno turco la reunión fue vista como un acto para ganar votantes, mientras que en el contexto europeo se colocaba al país otomano como clave en el control migratorio.
El acercamiento entre Merkel y Erdogan se presenta ahora como una simbiosis que puede traer consecuencias positivas para todas las partes. La hipotética entrada de Turquía en la eurozona supondría, a datos actuales, un 5,6 por ciento del PIB de los 19 países que componen la zona euro (ver gráfico), y las previsiones de crecimiento de su población un rayo de luz para la demografía europea -la tasa de natalidad turca dobla a la europea, según los datos del Banco Mundial-.
Sea como fuere, Erdogan ha salido reforzado de los comicios electorales de noviembre, algo que los mercados han celebrado. La bolsa turca llegó a subir un 6 por ciento en la sesión posterior a la votación. "Aunque las valoraciones son muy diferentes entre los medios y los analistas políticos, los mercados valoran la estabilidad por encima de todo", afirma José Luis Martínez Campuzano, de Citi.
Riesgo económico
No obstante, el riesgo económico que pende sobre el país no ha desaparecido. "Su nivel de reservas apunta a riesgo", afirma el director académico del Master de Finanzas e Inversiones Alternativas FIA, Juan Ramón Caridad. No es para menos. Esta magnitud va camino de acumular su segundo año consecutivo de caídas y se encuentra ya en niveles no vistos desde enero de 2013. Concretamente en los 101 billones de euros. Y es que, según el FMI, en lo que va de 2015 las reservas del país otomano ya se han visto reducidas en una proporción superior a la registrada en 2014.
Y no es el único de los riesgos a los que deberá hacer frente Turquía. "La dependencia de la financiación exterior" es otro de los factores a los que apuntan los expertos. Así lo afirman desde HSBC: "La inversión privada se mantuvo fuerte en el segundo trimestre de 2015, pero creemos que fue un acontecimiento aislado", señalan desde la entidad financiera británica.
Por todo ello, han sido numerosas las firmas de inversión que han reducido las estimaciones del país de cara a 2016 a pesar del buen dato de PIB registrado en el segundo trimestre de 2015 -batió las estimaciones del consenso al quedar por encima del 3,5 por ciento-. "Los indicadores de alta frecuencia, incluyendo los datos de confianza, nos llevan a predecir un segundo semestre más débil", afirman desde Citi. "En nuestra opinión", prosiguen desde la entidad, "la depreciación de la lira complica más la dinámica de crecimiento".
E igual piensan desde HSBC. "Hemos reducido nuestras previsiones de crecimiento para Turquía del 3 al 2,1 por ciento de cara a 2016", señalan. "La evolución de las divisas de mercados emergentes dependerá durante los próximos trimestres de diferentes factores", afirman desde Ebury, desde donde apuntan sobre todo a "la vulnerabilidad de los emergentes ante el aumento de los tipos en EEUU".
E igual opinan desde el FMI. Entre los factores que hacen los pronósticos más inciertos en las previsiones de crecimiento de los países emergentes se encuentra la posibilidad de que suban los tipos de interés oficiales en EEUU, lo cual generaría "un potencial impacto en la inestabilidad de los mercados y especialmente en las monedas de dichos países". En este sentido, la lira turca es una de las divisas más afectadas. Tras caer más de un 18 por ciento en 2015 frente al dólar y haber tocado mínimos históricos en septiembre -es una de las divisas con peor evolución del mundo en lo que va de año-, los expertos esperan que la moneda otomana siga depreciándose. De cara a 2016 Ebury prevé la estabilidad del yuan, el repunte del real brasileño con respecto al dólar y la depreciación de la lira turca. E igual opinan desde Citi: "En Turquía, permanecemos largos en el dólar contra la lira".
Sin embargo, no todo es negativo. Los bajos niveles de la lira "repercutirán de forma positiva en su balanza comercial y el fomento de las exportaciones de cara a los próximos meses", afirman desde Ebury.