Suecia ha ordenado a todos los bancos de su sistema que dejen de comportarse como si la deuda pública que tienen en su activo y que fue emitida por el propio país fuese 100% segura, e incorporen a su balance el riesgo asociado.
El ejemplo de Grecia, que ha estado al filo de la bancarrota numerosas veces en el último lustro, ha dejado claro que se puede perder dinero invirtiendo en deuda soberana, y por eso los bancos bajo su tutela no deberían operar ignorando esa posibilidad.
Los reguladores europeos llevan tiempo intentando regular esta cuestión, pero Suecia se ha adelantado, como recuerda Uldis Cerps, director ejecutivo de banca en FSA.
"No tiene mucho sentido que mientras que a la deuda soberana se le asigne un precio diariamente (en el mercado), a los bancos se les permita no tomar ese riesgo en cuenta a la hora de planificar la estructura de su capital", añade.
En Europa, la deuda soberana de los diferentes países ofrece muy diversa rentabilidad, precisamente por el diferente riesgo de cada valor.
Mientras que en Grecia a los inversores en títulos a corto plazo hay que atraerles ofreciendo un 7,5% anual, en Suiza, Alemania y Dinamarca son los inversores los que pagan por contar con la seguridad de que obtendrán su dinero de vuelta.
El riesgo no puede ser cero
Lo que acaba de hacer Suecia es decir a los bancos del país escandinavo que no pueden utilizar sistemas estandarizados conforme a los cuales la ponderación del riesgo en el valor del título es prácticamente de cero.
En su lugar, obligará a partir de ahora a que las entidades financieras utilicen sistemas de valoración que permitan asignar de forma realista el riesgo de impago asociado a los títulos de deuda suecos.
"No se trata de una medida que requiera demasiado capital. Es más bien una cuestión de limpieza doméstica", señala Cerps.