
Refugiados sirios haciéndose fotos con Angela Merkel, alemanes recibiendo con flores y aplausos a los inmigrantes... En las últimas semanas, el país germano ha dado una imagen ante el mundo de país acogedor y se ha ganado la simpatía de la mayoría de personas que llegan a Europa huyendo de los conflictos bélicos en su países. El destino final de la mayoría de ellos, la tierra prometida: Alemania. Aunque espera recibir 800.000 refugiados este año, las encuestas reflejan que una mayoría de la población germana apoya que se les dé protección y opina que no habrá problemas para absorberlos. Alemania necesita 400.000 viviendas nuevas al año hasta 2020
La respuesta espontánea de la sociedad ha sido ejemplar y los Estados federados y ayuntamientos trabajan para ofrecer recursos y techo a los refugiados. Pero el país comienza a preguntarse ¿y después, qué? Tras la gestión inmediata de una situación de emergencia, Europa, con Alemania en la cabeza como país que más refugiados recibirá, deberá plantearse políticas de integración a medio y largo plazo.
"La integración de estas personas llevará décadas y obligará tanto al Estado como a los recién llegados a estar a la altura de sus responsabilidades" advierte la columnista Verica Spasovska. El hecho de que la mayoría de los refugiados tengan origen musulmán no es necesariamente un obstáculo para su integración en la sociedad alemana. Hay ejemplos positivos que demuestran que ha integrado a cientos de miles de musulmanes en el pasado: durante la guerra de los Balcanes a principios de los 90, casi 400.000 refugiados bosnios, la mayoría practicantes del Islam, llegaron a Alemania.
En los años 60, el Gobierno alemán promovió la llegada de trabajadores de origen principalmente turco, pero también españoles, portugueses y marroquíes, que fueron recibidos con los brazos abiertos para suplir la falta de mano de obra que padecía el país por aquel entonces. A día de hoy, la población turca supone casi el 4 por ciento del total de habitantes de Alemania.
Así que la primera economía de Europa está familiarizada con los retos de la inmigración. Sin embargo, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, advierte que "hacer frente al flujo de refugiados exigirá mucho de Alemania" y que, aunque la economía del país es estable, la integración de cerca de un millón de personas "no es algo que se dé de forma natural ni tampoco una razón para quedarse cruzado de brazos".
En una entrevista para el Süddeutsche Zeitung, Weidmann señalaba hace unos días que "la inmigración ofrece también oportunidades y cuanto mejor logremos que aquellos que vienen para quedarse se integren en la sociedad y en el mercado de trabajo, mayores serán las oportunidades". El Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) prevé que la inmigración tendrá un impacto positivo para Alemania en 2016 y que acelerará la economía un cuarto de punto porcentual por encima de lo que se esperaba.