El desembolso del primer tramo del rescate, de unos 23.000 millones, podría dividirse en plazosEstá sin concretar la aportación del FMI, crucial para rebajar la factura al contribuyente europeo
Los miembros de la zona euro lograron por fin ayer dar vía libre al tercer paquete de rescate a Grecia por un valor máximo de 86.000 millones de euros durante tres años. Al cierre de esta edición, el Eurogrupo limaba los últimos escollos del acuerdo. No obstante, y a pesar de esta luz verde del Eurogrupo, durante las negociaciones de ayer se pusieron de manifiesto los problemas que previsiblemente se encontrará este tercer auxilio por parte de la zona euro.
Sostenibilidad de la deuda. Son las palabras mágicas sobre las que pivota el éxito del tercer rescate en particular y el futuro de Grecia dentro de la moneda única en general. Todo indica que octubre volverá a ser una nueva cita clave en la que se abordará la madre de todas las batallas. El Fondo Monetario Internacional ha defendido de manera pública y reiterada la necesidad de aliviar una deuda que considera impagable y espera que haya una decisión política contundente durante el otoño.
Son tales sus discrepancias que, aunque sigue a bordo de la troika junto a la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, ha decidido postergar el desembolso del dinero hasta esta fecha. Ni siquiera ha anunciado cuál será su contribución. Cualquier aportación del Fondo rebajaría la cifra que deben pagar los contribuyentes europeos a través del fondo de rescate.
Aunque técnicamente esta decisión del FMI no supone ningún problema para el desarrollo del tercer auxilio ya que cada acreedor tiene libertad para fijar su calendario, sí que constituye un obstáculo político. Los siete países considerados halcones (Alemania, Finlandia, Países Bajos, Eslovenia, Estonia, Letonia y Austria) y que deben ratificar en su Parlamento nacional el tercer salvavidas europeo prefieren un compromiso sin fisuras por parte del mecanismo multilateral que para ellos supone una garantía en cuanto a su papel de observador experto en la puesta en marcha de reformas. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schauble, incluso volvió a resucitar la posibilidad de un crédito puente.
La directora gerente del organismo internacional, Christine Lagarde, participó en el encuentro de ayer a través de videoconferencia. Fuentes diplomáticas han revelado que puso ciertas objeciones a algunos aspectos del Memorandum de Entendimiento como la reforma de las pensiones o el calendario de reducción de déficit público más benigno con Atenas que el pactado hasta ahora, debido al corralito y al saneamiento de la banca.
La quita es la línea roja
La quita sigue siendo la línea roja que los países de la zona euro no están dispuestos a traspasar. La alternativa sigue siendo el retraso en la devolución y en los periodos de carencia. El Fondo Monetario Internacional defiende un periodo de gracia de 30 años. En su último informe sobre la economía griega calcula la financiación necesaria para Atenas hasta finales de 2018 en 85 millones y espera que la deuda se incremente hasta cerca del 200 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en los próximos dos años. Actualmente esta cifra es del 170 por ciento. Las discrepancias entre el Fondo y la UE sobre este punto no son nuevas. En el año 2012 ya se prometió a Grecia una revisión de este punto, aunque el propio mecanismo comandado por Lagarde ha culpado al Gobierno de Alexis Tsipras de laxitud en la puesta en marcha de las medidas para modernizar su economía.
Otro de los puntos que levantó discrepancias durante la reunión de ayer fue el desembolso del primer tramo del rescate. Había sido inicialmente estimado en una cifra en torno a los 23.000 millones de euros, pero los miembros de la zona euro no descartaron dividir esta cifra en diferente subtramos.
A estas incógnitas se une el problema de la inestabilidad política en los próximos meses. Incluso si Alexis Tsipras consigue salir victorioso de la moción de confianza convocada tras la votación en el Parlamento heleno, se baraja la convocatoria de elecciones anticipadas a finales de octubre o principios de noviembre, debido a la fragilidad que atraviesa Syriza.
El ministro de Economía y Competitividad español se mostró especialmente preocupado por este punto. "Se pone de manifiesto que no hay atajos, que la solidaridad siempre tiene que ir de la mano del cumplimiento de las reglas", advirtió ayer a la vez que subrayaba la importancia de que este tercer rescate sea definitivo. "No puede haber más programas. Grecia tiene que volver a crecer y a tener capacidad de financiarse en el mercado, ser capaz de solucionar sus problemas", añadió.
El ministro de Finanzas de Eslovaquia, Peter Kazimir, que ha destacado en los últimos meses por su dureza con Grecia, avanzaba al inicio de la reunion que "en tanto que este acuerdo está en línea con las conclusiones de los jefes de Estado y de Gobierno del euro en julio estamos dispuestos a aprobarlo".
Respecto al papel del Fondo Monetario Internacional en el programa, Kazimir dijo que para Eslovaquia "es crucial que esté a bordo", y respecto a la posibilidad de que se autorice una quita de la deuda griega aseguró con rotundidad que es "imposible" pero que un alivio ligado al rescate es factible.