El Gobierno de Alexis Tsipras decidió ayer cerrar los bancos griegos e imponer controles de capital para evitar el colapso del sistema bancario y proteger la estabilidad del sector financiero, tras haber propiciado la ruptura de las negociaciones con los acreedores al anunciar un referéndum sobre sus propuestas de ajustes y reformas. Grecia revive los días de Chipre de 2013: colas en los cajeros, cierre de bancos...
De acuerdo con esta decisión sin precedentes en Grecia, los bancos reabrirían el martes, 7 de julio, dos días después del referéndum convocado para el próximo domingo, aunque la fecha puede variar según la marcha de los acontecimientos.
Además, la bolsa de Atenas permanecerá cerrada a lo largo de todo el día de hoy, mientras el gobierno intenta manejar las consecuencias financieras.
Controlar la fuga de depósitos
Al mismo tiempo, Atenas impondrá restricciones al movimiento de capitales para evitar una mayor fuga de depósitos, y también un límite a las retiradas diarias de los cajeros automáticos. Hoy los cajeros estarán cerrados y partir de mañana, martes, habrá un techo diario en las disposiciones de 60 euros por cuenta bancaria. La decisión de imponer controles de capital fue anunciada por Tsipras para ser legislada durante la noche y así ponerse en marcha desde hoy, lunes.
La que empieza hoy es la semana de pago de salarios y pensiones en Grecia, algo que Tsipras reiteró que está garantizado, en un mensaje televisivo al país. "Cuanto mayor sea la calma con la que lidiamos con las dificultades, más pronto podremos superarlas y más leves serán sus consecuencias", aseguró el mandatario griego en su mensaje.
Más allá del límite de retirada de dinero diario, que se hará efectivo desde mañana martes, el control de capitales afecta la actividad financiera en el país casi en su totalidad. Como ya se ha hecho público, los pagos al exterior serán aprobados por un comité tripartito creado en cada banco y por un comité central en el Ministerio de Finanzas.
Fin de semana de infarto
Desde que Tsipras anunció la convocatoria del referéndum, la preocupación creció entre los ciudadanos griegos. Desde el viernes por la noche hubo colas de gente delante de cajeros automáticos tanto en Atenas como en las demás principales ciudades griegas, un proceso que funcionó como una profecía autocumplida. Y cuando el domingo se hizo pública la decisión del BCE de mantener abierta la línea de emergencia pero no elevarla, el pánico se intensificó, justificando aún más la decisión del Gobierno.
Sin embargo, el ambiente en Grecia empeoró la semana pasada cuando se hizo evidente que la negociación con las instituciones europeas y el Fondo Monetario Internacional estaban rotas. Además, este martes no sólo concluye el actual programa de rescate, sino que vence un pago al FMI de casi 1.600 millones de euros, en el que se concentran las cuatro cuotas que Atenas adeuda a la institución en junio.
Tsipras ha convocado a los griegos a votar sí o no a la última propuesta de los acreedores el próximo 5 de julio. La oferta estuvo sobre la mesa de la negociación hasta el pasado jueves, pero que luego fue retirada y posteriormente retocada. Teniendo en cuenta que el periodo de sólo una semana es demasiado corto para explicar a los votantes los puntos críticos de las dos propuestas, la griega y la de los acreedores, es lógico que tanto dentro de Grecia como fuera, el referéndum se perciba como de un sí o un no al euro, sin serlo a priori.
De hecho, aquí juega la ingeniería política de Tsipras, que prevé granjearse apoyos a su desacato a la propuesta de los acreedores, que implica más ajustes y austeridad. Mientras que según sondeos el 80 por ciento de los griegos optarían por seguir en el euro. La oposición parlamentaria ratificó la convocatoria del referéndum con la pregunta "¿Está de acuerdo con la propuesta presentada por las instituciones europeas y el FMI?". Según las encuestas publicadas este fin de semana, por ahora la mayoría de los griegos se decanta por el 'sí' a las condiciones de los acreedores, ante la posibilidad de que se desencadene una crisis mayor.
El trasfondo de la disputa entre las instituciones (Comisión Europea, BCE y FMI) y Grecia es realmente las posturas encontradas respecto de la deuda. Atenas demanda una quita sobre su deuda (en el 180 por ciento del PIB), pero esa posibilidad no está sobre la mesa -sólo el compromiso de una negociación futura de las condiciones de la deuda- aunque para ello fuerce una situación al límite que implique una quiebra del país dentro del euro.
En este momento, Syriza propone a los votantes que digan que no a la propuesta de los acreedores, sin explicar, sin embargo, qué puede pasar al día siguiente. De hecho, Tsipras ayer cambió el paso y pidió una nueva prórroga del rescate.