Economía

La explotación laboral grave se extiende también por la Unión Europea

Viena, 2 jun (EFE).- Salarios de 1 euro por hora o jornadas de 12 horas siete días a la semana. Una explotación laboral que en principio se identifica con el Tercer Mundo pero que también está extendida en la Europa rica del siglo XXI, según denuncia la propia Unión Europea en un informe hecho público hoy.

"Es habitual la explotación laboral grave de trabajadores que se han traslado dentro o a la UE, aunque a veces se mantiene invisible al público", sentencia la investigación realizada por la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) de la UE, con sede en Viena.

Este es el primer análisis a fondo de la explotación laboral en la Unión Europea, que no sólo afecta a ciudadanos de terceros países, sino también a comunitarios que han emigrado a otros países UE.

El documento menciona casos que van desde lituanos que recogen fruta en campos ingleses, portugueses que construyen carreteras en Holanda o norcoreanos que trabajan en astilleros polacos.

Lo que esos trabajadores tienen en común es sufrir situaciones como "ser pagados 1 euro o menos la hora, trabajar 12 horas al día seis o siete días a la semana, ser alojados en duras condiciones o no permitírsele tomar vacaciones o bajas por enfermedad".

La agencia señala que la globalización tiene mucho que ver con la explotación laboral.

Así, la disposición de un trabajador a aceptar determinadas condiciones de trabajo refleja la situación de alguien que piensa que, aun explotado en el país al que ha emigrado, está en una situación mejor que el desempleo o la pobreza que dejó en casa.

El informe también menciona la relación entre crisis económica y explotación.

Así, expertos en Portugal señalan que la explotación, e incluso la esclavitud, estaban creciendo en ese país y en España, especialmente en labores agrícolas que precisan temporeros.

Una explotación que "intereses económicos y políticos" quieren que sea invisible, especialmente en tiempos de crisis.

El informe señala que esta vulneración de los derechos humanos se da especialmente en la agricultura, la construcción, la hostelería, el servicio doméstico y la industria.

"La explotación laboral grave está ocurriendo ahora en la puerta de al lado de nuestros propios países, no en la otra punta del mundo, y debilita más y más los niveles de vida de otros trabajadores si no hacemos algo", explica a Efe Katya Andrusz, portavoz adjunta de este organismo de la UE.

Así, la FRA advierte de que si los socios de la UE no toman cartas en el asunto y los criminales no son perseguidos, las condiciones generales del mercado laboral pueden empeorar.

"Esto puede llevar a que formas endémicas de explotación laboral gradualmente se infiltren en sectores de la economía, anulando las normas laborales de los trabajadores que se trasladan dentro o hacia la UE y, a plazo más largo, impactando negativamente los derechos de todos los trabajadores", alerta el reporte.

"En la UE hemos hecho de los derechos humanos una piedra angular de nuestra identidad" recuerda Andrusz sobre la contradicción de que justo en estos países se encuentren personas trabajando en condiciones "que habrían tenido a finales del siglo XIX".

Así, Andrusz insiste en la necesidad de hacer visible el problema.

"El problema de que el público no es consciente de que los hoteles a los que va o los restaurantes en los que come son el resultado de explotación laboral", señala.

Por eso, el documento insiste en la necesidad de una "tolerancia cero" con esta forma de abuso.

Sin embargo, la FRA advierte de que entre la población general existe cierta tolerancia hacia la explotación, al entender que esos trabajadores aceptan voluntariamente esas condiciones.

Por ejemplo, la FRA denuncia que la "explotación pequeña y a pequeña escala de mujeres emigrantes en el ámbito doméstico es tan común que, a menudo, no se concibe como una violación de los derechos humanos".

Esta agencia reconoce que no es posible cuantificar cuántas personas sufren explotación laboral en la UE, entre otras cosas por el miedo de las víctimas a denunciar, por su aislamiento o por el desconocimiento del idioma del país.

Como soluciones, la FRA destaca la necesidad de un robusto sistema de inspecciones, homogeneizar la legislación entre países, asegurar que las víctimas se sientan protegidas para acudir ante la justicia, que los criminales sean sancionados e identificados y que haya más transparencia en las políticas de contratación.

Por ejemplo, Andrusz indica que se ha detectado un grave problema en las empresas que usan subcontratas en otros países, por lo que se debería reclamar a las compañías matrices que asuman la responsabilidad de las condiciones laborales de esos subcontratados.

Otra medida positiva puede ser la creación de sellos de calidad que garanticen que un producto o un servicio ha sido realizado libre de explotación laboral, a la manera que usa el comercio justo o los alimentos ecológicos.

Antonio Sánchez Solís

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