En marzo de 2003, la Guardia Civil detuvo a dos personas presuntamente implicadas en la red de financiación de Al Qaeda: un valenciano y un paquistaní residente en Logroño.
Se las vinculaba con el entramado económico, con sede en Francia, que había costeado el atentado suicida en la sinagoga de Yerba (Túnez), que costó la vida a 20 personas, 14 de ellas, alemanas.
Según el director del Instituto Universitario de Investigación sobre Seguridad Interior, Juan Avilés Farré, este caso ilustra a la perfección la dimensión internacional de la red financiera del terrorismo yihadista o radical islámico: "Unos alemanes fueron asesinados en Túnez, en un atentado organizado desde Francia y financiado desde España en conexión con Pakistán".
Como explica el periodista Joaquín Estefanía, la internacionalización del terrorismo es uno de los efectos negativos de la globalización. "Las privatizaciones, la desregulación, la caída de las fronteras, el libre movimiento de mano de obra y, sobre todo, de capitales, los progresos tecnológicos, todo ello ha sido aprovechado por el terrorismo para instalarse entre nosotros", afirma Estefanía, surgiendo así una "nueva economía del terror", como la bautizó la economista y periodista Loretta Napoleoni en su libro Yihad. Cómo se financia el terrorismo en la nueva economía.
Esa "nueva economía del terror" usa al mismo tiempo la libre circulación de capitales (paraísos fiscales, secreto bancario, etc.) y medios arcaicos como el hawala (ver página siguiente). Y genera 1,5 billones de dólares al año, cerca del 5 por ciento del PIB mundial.
De esos 1,5 billones, dos tercios tienen un origen ilegal o criminal, según Napoleoni. El más importante la droga, sobre todo de Afganistán, que produce el 80 por ciento del opio del planeta. El terrorismo ingresa del narcotráfico casi 500.000 dólares. Pero la Comisión que investigó en EEUU el 11-S puso en duda que sea un importante generador de divisas para Al Qaeda. El otro tercio mana de fuentes legales, principalmente de donaciones, y no tiene que blanquearse.
El mito de la fortuna de Osama
La mayoría de los expertos en terrorismo, como Javier Jordán, de la Universidad de Granada, coinciden con Napoleoni en que las principales fuentes de ingresos del yihadismo son dos. Una, las actividades criminales (robos, fraude de tarjetas de crédito y narcotráfico), sobre todo en Europa. Dos, las donativos que empresas, magnates, particulares y a veces incluso la propia Administración, fundamentalmente de Arabia Saudí y otros países del golfo Pérsico, hacen a mezquitas y ONG islámicas usadas como pantallas por los grupos terroristas. Muchos donantes no conocen el destino final de su dinero.
En cambio, Washington y los analistas descartan que el terrorismo yihadista se nutra directamente de estados y de la fortuna del fundador de Al Qaeda, Osama bin Laden.
Como recuerda Jordán, Bin Laden invirtió y dilapidó su patrimonio -estimado en unos 330 millones de euros- en apoyar a los muyahidines (combatienes islámicos) afganos en su guerra contra el régimen prosoviético de Kabul y, posteriormente, en los comienzos de Al Qaeda y en un complejo entramado empresarial en Sudán. "Además, Al Qaeda representa hoy sólo una fracción del movimiento yihadista global", recalca Jordán.
Una marca o franquicia
Antes del 11-S, la red de Bin Laden gastaba 30 millones de dólares anuales en sus actividades, según la CIA. Después se ha convertido en "una marca o franquicia", dice Javier Morillas, de la Universidad San Pablo-CEU, utilizada para reivindicar sus atentados por docenas de grupos afines pero autónomos, esparcidos por medio mundo, con complejas y nebulosas relaciones.
Por ende, en múltiples ocasiones, según Napoleoni, Al Qaeda hace una especie de joint-venture (unión temporal de empresas) con grupos que proponen ataques y le piden financiación. Otras veces se limita a darles asesoramiento o prestarles su marca. "El ataque de Bali (2002) lo financió Al Qaeda, pero no creo que el 11-M recibiera dinero de la red de Bin Laden", argumenta.
Es más, hay otros movimientos terroristas islamistas, como el chií Hezbolá en el Líbano, que nada tienen que ver con Al Qaeda y son financiados por Irán y Siria.
El yihadismo cuenta con un sistema de financiación tan enrevesado y opaco que los gobiernos hallan serias dificultades para desman- telarlo. Según la ONU, se han congelado sólo 150 millones de dólares en todo el mundo desde el 11-S. ¡En España, 83 euros en 2004! Arabia tampoco se ha implicado mucho: bloqueó en 2003 la cantidad irrisoria de 4,7 millones de dólares.