Economía

La nueva cara de Nueva York

La reconstrucción de la llamada zona cero, el enclave que ocupaba el World Trade Center, y el lavado de cara de todo el Bajo Manhattan ya tiene un precio: 10.600 millones de dólares, según las estimaciones de la Corporación de Desarrollo Económico de la Ciudad de Nueva York (NYCEDC).

Una cuantía que es sólo una décima parte de los 100.000 millones que desde ahora y en tres fases hasta el año 2025 se gastará la ciudad en desarrollo inmobiliario y en modernizar sus infraestructuras.

Se trata de una oportunidad que no ha dejado indiferente a las empresas españolas, algunas de las cuales -como FCC y ACS, en las marquesinas de la Red de Transporte y en el Metro, respectivamente- ya están en Nueva York. La misión empresarial española que se reunirá en octubre con el gobernador de la ciudad, George Pataki, y el vicealcalde, Dan Doctoroff, puede ser la punta de lanza de una penetración que, según estimaciones de la Cámara de Comercio Americana en España, que prepara actualmente la visita, podría alcanzar una cuota del 15 por ciento de esa inversión global. Y el 15 por ciento de 100.000 millones es un buen pellizco.

¿Por qué toda esta revolución urbanística? En primer lugar, porque en los próximos diez años la población neoyorquina pasará de ocho a nueve millones de residentes, lo que obliga a construir nuevos hospitales, oficinas, centros logísticos, polígonos industriales y viviendas. "Hemos aprendido la lección de los sesenta -explican los responsables de la NYCEDC-. No basta, como entonces, con hacer edificios más altos. En esta ocasión no necesitamos sólo medio millón de viviendas. Millones de personas trabajarán en oficinas o fábricas y necesitarán metros, autobuses, ferries o tranvías. También lugares para aparcar, y no tener problemas para encender la luz en sus casas".

Después del 11-S, la situación del Bajo Manhattan es especial: "Se trata de la zona residencial con un mayor crecimiento ahora mismo", explica Andrew Alper, presidente de la NYCEDC. Sólo esa parte sur de Manhattan pasará de 23.000 a 46.000 residentes en 2008, cifra que llegará a duplicarse en 2008. "Un guarismo que ya refleja en sí mismo una ciudad grande en muchos lugares del mundo", añade. Sólo para 2008 ya tienen que estar construidas 15.000 viviendas.

El proyecto de rehabilitación de la zona incluirá también incentivos para la ocupación de los más de 27 millones de metros cuadrados para oficinas -la mitad de clase A, la mejor posible- que ofrecerá el nuevo distrito empresarial, el cuarto en tamaño más grande del país. Y a un precio que las autoridades neoyorquinas prometen a un precio competitivo. En el segundo trimestre del año había una tasa de suelo vacante del 12 por ciento.

Claro que este escenario -necesidad de viviendas y falta de ocupación de las oficinas- ha hecho que muchos cuestionaran el proyecto estrella de la reconstrucción del Bajo Manhattan: la Torre de la Libertad, un rascacielos de 541,32 metros de altura diseñado por Daniel Libeskind que ocupará el vacío de 6,4 hectáreas (unos siete campos de fútbol) dejado por el World Trade Center. Estará acompañada de otras cinco torres más pequeñas, y ha venido jalonado por la polémica y los retrasos.

Mucho llovió hasta que el 28 de abril de este año el promotor Larry Silverstein, que había firmado un contrato de alquiler de las Torres Gemelas por 99 años poco antes de la tragedia, y la Autoridad Portuaria de Nueva York, propietaria del terreno, llegaron a un acuerdo. Silverstein, que construirá y alquilará tres de esas torres secundarias para oficinas, cedió el control de la Torre a la Autoridad, a cambio de 2.100 millones de dólares. Entre 2001 y 2006, disputas entre promotores, arquitectos, políticos y empresarios: "La mayor parte del trabajo hasta ahora es el trabajo que no se ve, el de la búsqueda de consenso", tercia Charles Gargano, responsable de la Autoridad Portuaria, para quien, con todo ya lanzado, la reconstrucción debería estar concluida en el año 2012.

Calatrava

Los dos proyectos emblemáticos que acompañan al de la Torre de la Libertad son la estación denominada Port Authority Trans Hudson (PATH), diseñada por el arquitecto español Santiago Calatrava, y el Centro de Tránsito de Fulton Street, responsabilidad de Grimshaw Architects y que convertirá en 2008 esta calle, al este de la zona cero, en la principal del barrio.

Calatrava forma parte de la iniciativa de Diez Arquitectos, con cuyos diseños se desarrollarán más de 57 proyectos entre infraestructuras e inmuebles. La "estación alada" que el arquitecto valenciano ha propuesto para la zona cero, que debería estar concluida para 2009, costará 2.000 millones de dólares, que costeará el Gobierno federal. El diseño, a diferencia de la Torre de la Libertad y del Memorial en recuerdo de las víctimas, que podría terminar en el vestíbulo del rascacielos, no ha recibido casi críticas. "Se trataba de utilizar la luz como material de construcción", explica Calatrava, para explicar lo espiritual del proyecto. El objetivo es que pueda estar conectada con el Centro de Tránsito de Fulton Street, lo que permitiría acceder a 14 líneas de metro y convertir el enclave en la base de operaciones de todo el sistema de transportes de la ciudad.

El Bajo Manhattan concentrará sus parques en el paseo marítimo del East River. Los fondos totales alcanzarán los 150 millones de dólares, de los cuales sólo 90 serán para espacios verdes.

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