Cinco largos años de silencio. Salvo algún que otro cortometraje que pasó de puntillas y nunca alcanzó al gran público, lo único que la industria cinematográfica ha hecho respecto al 11-S ha sido...nada.
¿Por un férreo control del Gobierno? ¿Porque las heridas aún están abiertas? ¿Por ambas cosas a la vez? Y ahora, un lustro después, cuando ya se habla más de la Torre de la Libertad que de las Torres Gemelas, llega Oliver Stone, el rebelde, el ingobernable, el anti-sistema, y filma World Trade Center, un canto al patriotismo. Así es América, dicen los americanos, siempre dispuesta a cerrar filas en torno a la bandera.
'Una obra maestra'
"¿Qué siente cuando los críticos más conservadores califican su película de obra maestra?" "Es algo con lo que podré vivir", responde Stone a la afinada pregunta de un periodista norteamericano. World Trade Center es una film poco usual en la trayectoria cinematográfica del realizador, pero ha conquistado a público y autoridades norteamericanas. De momento, ya ha recaudado 55 millones de dólares, desde que se estrenara el 9 de agosto en EE UU. La película costó 63 millones.
Stone es de los pocos que se ha atrevido a llevar el 11-S a la gran pantalla, pero él mismo reconoce que su nueva película, esta vez, es todo menos política. De ahí su éxito entre las altas instancias estadounidenses. Las malas lenguas aseguran que se ha plegado a ese sentimiento patriótico que se desbocó en los Estados Unidos tras los atentados contra las Torres Gemelas. "Edulcorado, patriotero y demagógico", dicen algunos críticos sobre su película.
Un pastel demasiado jugoso
Pero quizás ése es el único modo de mostrar los trágicos sucesos que conmovieron al mundo entero en 2001. Incluso hay muchos norteamericanos que todavía piensan que es demasiado pronto para que el cine los aborde. Pero en América, dijo alguien, hasta la mayor tragedia puede convertirse en espectáculo. Y el ataque de aviones suicidas contra los símbolos de la patria es una pieza de pastel demasiado jugosa para mantener callados a los estudios de Hollywood por mucho tiempo más.
Por eso ha visto la luz World Trade Center, que llegará a España el 29 de septiembre, y por eso también se estrenó poco antes United 93 -que ya está en los cines españoles-, la historia de rebeldía y fiereza de los pasajeros de un avión que se negaron a morir sin presentar batalla a los suicidas fundamentalistas. Quién sabe, sugiere la película, si su acto heroico no evitó que otro aeroplano se estrellara contra el Pentágono o la Casa Blanca. Firma esta película, cercana al género documental, Paul Greengrass y ha recaudado en torno a 40 millones de dólares en EE UU.
La colleja de Michael Moore
Ha comenzado, por tanto, a hablar el cine de las superproducciones, y lo ha hecho con delicadeza, tanteando las arenas movedizas del sentimiento nacional. Pero no todos se han adaptado al guión. El 25 de junio de 2004, el también desconcertante Michael Moore estrenó Fahrenheit 9/11, una colleja brutal contra George Bush en forma de documental en la que se deja ver al presidente de los Estados Unidos como un hombre inepto y de escasa reacción ante los atentados.
Falta por conocer si Adam Sandler también dará un revés de este tipo con su película Empty City (Ciudad vacía). La que se convertirá en la tercera superproducción sobre el 11-S se acaba de empezar a rodar y, ha dicho su director, será un drama centrado en la secuelas de los familiares de las víctimas de los atentados terroristas.
Películas ¿censuradas?
Si fue orden directa del Gobierno de los Estados Unidos o iniciativa propia, nadie lo sabe. Pero lo cierto es que la industria cinematográfica puso en marcha sus salas de edición para laminar las imágenes de las Torres Gemelas en todas sus películas a estrenar.
Los directores de Zoolander y Serendipity borraron con tecnología digital las secuencias en las que se mostraba los rascacielos del World Trade Center. Y el realizador de Men in Black II tuvo que rehacer el momento culminante de la película, ubicado en la zona financiera de Nueva York. También el estreno de Daño Colateral, protagonizada por Arnold Schwarzenegger, se suspendió. Su argumento era demasiado similar a la realidad que Norteamérica estaba viviendo, ya que en la película una mujer y su hijo mueren en un ataque terrorista. Más que retoques sufrió La Máquina del Tiempo. La escena en la que unos meteoritos devastaban la Gran Manzana fue sustituida. Incluso un episodio de Los Simpson, con escenas de Hommer en un animado World Trade Center, no se emitió en televisión hasta pasados unos meses.
Spiderman también consiguió una inusitada fama con los atentados del 11-S. El trailer se retiró del mercado para borrar las imágenes del hombre araña -un clásico de Nueva York- trepando por las Torres Gemelas y el reflejo de éstas en su mirada, como se puede observar en la foto de la izquierda rescatada del trailer original.
Y mientras Hollywood era vigilada de cerca con recelo por si se le ocurría producir algún film "políticamente incorrecto", los documentales, cortos y crónicas periodísticas hacían las veces del cine.
Sonoros fueron 11'09''01- 11 de Septiembre, realizados por once directores de diferentes nacionalidades. Distintas visiones de cómo los atentados habían impactado al resto del mundo. Se estrenó poco después del primer aniversario del 11-S, unos meses después de WTC: Las primeras 24 horas, de Etienne Sauret. Este corto no tiene narrador ni música y apenas hay diálogos. The Guys, obra escrita por Anne Nelson que relata la historia de varios bomberos, también se narró con imágenes. Primero con una obra de teatro en 2002 y después con una mini película, con Sigourney Weaver en el reparto, que se estrenó en abril con muy poca distribución.
La voz de las letras y las notas
La literatura y la música han tenido más libertad que el cine para narrar el 11-S. Sólo dos días después de los atentados, el ex Beatle Paul McCartney, testigo en primera persona de los ataques -se encontraba en Nueva York aquel día-, escribió su tema alegato Freedom (Libertad). Bruce Springsteen lanzó al mercado, en 2003, su álbum The Rising, escrito a partir de las conversaciones entre el Boss y las viudas de los muertos el 11-S.
Pero si algo sobresalió por encima de todo fue la ola de patriotismo protagonizada por la música country, todo un icono en EE UU. En enero de 2002, el cantante Alan Jackson escribió el tema Dónde estaba cuando el mundo dejó de girar, que narra las reacciones durante y tras los atentados. Más polémica fue la exaltación nacionalista de Toby Keith, con letras violentas como: "Lamentaréis haberos metido con EE UU, os meteremos la bota en el culo...".
La literatura también ha tenido voz tras los ataques. En 2002 se publicó In Spirit (Pat Forde), novela de ficción en el que las víctimas pueden escapar unos minutos para despedirse de su gente. Un año después, el libro Pattern Recognition, de William Gibson, reproducía por primera vez los ataques y Jonathan Safran Foer, en Tan fuerte, tan cerca (2005), relata la historia de un niño que pierde a su padre el 11-S.
Hasta el mundo del cómic ha dado a conocer su punto de vista sobre ése día. Y en 2004, Art Spiegelman se desmarcaba con el suyo, A la sombra sin torres, una novela gráfica con sus propias experiencias.