
Uno de los principales retos a los que se enfrenta el nuevo Gobierno griego es conseguir que sus contribuyentes paguen sus impuestos. Miles de millones de euros que por ley debería pagarse al fisco, no se pagan nunca. Ya sea a través de la economía sumergida o por otras técnicas más sofisticadas que permiten a los griegos evitar el pago de los impuestos y tributos.
Según publica el diario financiero Wall Street Journal, los griegos deben al Gobierno alrededor de 76.000 millones de euros en impuestos no pagados durante décadas, aunque la mayor parte de esta cantidad se han acumulado desde 2009.
El Gobierno ha explicado en la mayoría de los casos se han convertido en pérdidas efectivas porque esos impuestos no pagados proceden de agentes que se han declarado insolventes. Aún así, unos 9.000 millones de euros son todavía recuperables.
El FMI y otras instituciones internacionales han intentando elaborar junto a Grecia sistemas para luchar contra el fraude fiscal, la evasión y la elusión. Y es que según el Wall Street Journal, la crisis se podría haber resulto de una forma rápida si Grecia hubiera eliminado de un plumazo la evasión fiscal.
La deuda fiscal que tienen los griegos con su Estado equivale al 90% de los ingresos anuales por impuestos, según informa la Organización para la Cooperación y el desarrollo.
La cultura de los griegos
Aunque los tipos impositivos en Grecia están a niveles similares a los del resto de la Eurozona, el Estado griego recauda menos otros países. Según Aristides Hatzis, profesor de Derecho y Economía de la Universidad de Atenas, los griegos tienen aversión a pagar impuestos por motivos culturales.
"Los griegos consideran los impuestos como un robo... Normalmente los impuestos son considerados como el precio que hay que pagar para logar un Estado justo, pero esto no es aceptado por los griegos". Según explica este profesor, durante los años de ocupación turca se veía como un acto de patriotismo eludir pagar los impuestos a las autoridades invasoras.
Esa tradición parece que se ha mantenido en el tiempo. Un buen ejemplo es las prácticas habituales en un pequeño hotel a las afueras de Grecia. El dueño de este establecimiento explica que paga de forma legal a sus empleados el salario mínimo, pero además paga algunos suplementos en 'B', todos salimos ganado, el empleado cobra más y nosotros pagamos menos.
Aunque la economía sumergida y la planificación para evitar pagar impuestos parece un mal endémico en Grecia, ha sido desde 2009 se ha acentuado este tipo de prácticas. La crisis ha puesto al borde del precipicio a muchas empresas y familias, lo que ha agudizado el ingenio de estas para intentar ahorrarse unos euros, que hubieran ido directos a las arcas del Estado griego.