
La firma de un acuerdo entre Grecia y el Eurogrupo este viernes tendrá una serie de consecuencias directas para todas las partes implicadas. Estas son algunas de las claves principales del acuerdo que supone concesiones por ambas partes pero también avances: la UE retiene el control de la situación, y Atenas gana tiempo y margen de maniobra interna.
Atenas gana tiempo. El Gobierno de Tsipras ha conseguido su objetivo de extender el actual rescate para ser de nuevo dueña de sus tiempos. Vuelve a tener la iniciativa sobre la negociación con los acreedores, aunque no consigue los seis meses que pedía, sino sólo cuatro.
El lunes, primera fecha clave. Este fin de semana será frenético para Atenas, ya que tiene que conseguir acotar una serie de reformas prioritarias que cumplan dos condiciones: deberán contentar a sus acreedores (que las revisarán desde el lunes), y demostrar a los votantes de Syriza que el viento de la austeridad está empezando a rolar. En palabras de Dijsselbloem, habrá "flexibilidad dentro del programa actual", pero cualquier medida deberá poder financiarse en ese mismo marco.
Se relaja el objetvo de superávit primario. Inicialmente fijado en el 3% del PIB, el exceso de ingresos sobre gastos antes de la carga financiera podrá rebajarse al 1,5%, puesto que Grecia consigue que esa meta se fije "teniendo en cuenta las circunstancias económicas".
No recibirá más fondos de la troika (a partir de ahora englobada en el circunloquio "las instituciones") hasta que cumpla el rescate. Así lo ha dejado claro el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, que recalca que no se enviarán nuevos fondos a Atena si ésta no completa antes, de forma satisfactoria, el rescate ya pactado. Se trata de 1.800 millones del fondo de rescate, otros 1.900 millones de los beneficios del BCE por la compra de deuda griega y un tramo de 3.500 millones del FMI. Además, los bonos por casi 11.000 millones de euros para recapitalizar la banca que se habían transferido a Atenas volverán al fondo de rescate, pero siguen estando disponibles si el BCE los considera necesarios.
El BCE relajará la presión... si Grecia hace su parte. El Banco Central Europeo volverá a implementar la excepción en virtud de la cual podía introducir en su balance bonos griegos, pese a su mala calificación crediticia. Claro que antes el emisor de los billetes de euro deberá comprobar que hay una alta probabilidad de que Grecia va a concluir de forma positiva su programa de rescate. Mientras tanto, Grecia deberá seguir recurriendo a la línea de emergencia.
Palabras que suenan a paz. El Eurogrupo y Grecia han rebajado varios grados la tensión verbal, y mientras Atenas se compromete a pagar toda la deuda, y hacerlo en plazo, Bruselas señala que "es un primer paso en el proceso de reconstruir la confianza".