
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, continúa el martes con su gira neoyorquina donde hoy tiene previsto hacer acto de presencia en Wall Street. Un político al que la CNBC ha definido como un "académico con coleta preparado para impactar" en España. De momento, Iglesias ha mantenido tête-à-tête con académicos como el premio Nobel, Joseph Stiglitz, quien reveló al español que "entre la comunidad de economistas a nivel mundial nadie defiende las políticas de austeridad".
Mientras entre académicos, economistas y diplomáticos acreditados ante la ONU, el cabeza de cartel de Podemos busca alternativas para la austeridad, en Wall Street su partido político sigue siendo considerado una amenaza que podría descarrilar la recuperación que vive en estos momentos la economía española.
"La recuperación podría descarrilar a mediados de este año dada la incertidumbre política primero de las elecciones locales y regionales de mayo y más tarde con las elecciones presidenciales de noviembre que podrían pasar factura tanto en la inversión como en el consumo", explicaba Nouriel Roubini en uno de sus últimos informes sobre nuestro país.
Dudas y popularidad
El incremento de la popularidad de Podemos, un partido de "extrema izquierda" según Roubini y su equipo, y el auge de los movimientos separatistas son los factores principales por los que Roubini Global Economics revisaba a la baja su proyección de crecimiento para España este año.
Durante una conferencia telefónica celebrada a finales de enero Douglas Renwick, el director de para Europa Occidental de Fitch Ratings, puso de manifiesto el nuevo riesgo político que se extiende entre otros miembros de la eurozona, como es el caso español, que se enfrentarán a comicios presidenciales este año. "Es evidente la reciente popularidad en algunos de los sondeos más recientes, pero no creemos que sea probable que Podemos vaya a gobernar España como un partido mayoritario sin necesidad de una coalición", indicó Renwick al ser preguntado por elEconomista.
De todas formas matizó que si se diera la posibilidad y se formase una coalición habría que esperar a conocer qué medidas económicas se proponen. "Si estas dañasen la credibilidad de España eso podría instigar una rebaja de calificación pero todavía estamos lejos de este punto", aseguró.
Entre los tiburones de Wall Street, Goldman Sachs, al que Podemos ha criticado duramente en España por ganar la puja una convocatoria de la Comunidad de Madrid para la adjudicación de 3.000 viviendas sociales en diversas zonas de la capital y otras ciudades y pueblos, ha retirado su consejo de recomendación sobre la renta variable española dado el contagio de "políticas" tras la victoria de Syriza en Grecia. JP Morgan Asset Management también advertía que lo que ocurra en Grecia "podría tener ramificaciones especialmente sustanciales en España" mientras Citigroup reconocía que el nuevo gobierno griego implica un nuevo impulso para los partidos extremistas.
Pablo Iglesias reconoció ayer desde Manhattan que "por suerte, en España los efectos de la austeridad no han sido tan agresivos como en el caso de Grecia. Nadie hizo los deberes de los griegos y nadie hizo los deberes de España". Al mismo tiempo elogió las políticas expansivas de EEUU durante la crisis, que demostraron ser "más eficaces", sin embargo se olvidó que parte de estos estímulos llegaron también acompañados de descomunales rescates bancarios a cargo del contribuyente y donde la Reserva Federal jugó un papel crucial.
En este sentido dijo que "el BCE debería parecerse un poquito más a la Reserva Federal y dejar de ser un lobby de los poderes financieros, y ayudar a los estados a cumplir con sus obligaciones con los ciudadanos". Una comparación errónea si tenemos en cuenta el papel que juega el banco central estadounidense como pilar y supervisor de la banca estadounidense.
No hay olvidar tampoco que fue la Reserva Federal de Nueva York la que orquestó rescates, fusiones forzadas y sepultó a Lehman Brothers. También parece haber pasado por alto que aquí, en EEUU, también han tenido su dosis de austeridad. Quizás no impuesto por Angela Merkel y su disciplina alemana, pero aplicado como revulsivo por el partido republicano, que forzó un secuestro de gasto en 2013, acelerando el ajuste fiscal del país.