Economía

Italia ultima un 'banco malo' para los 180.000 millones de créditos tóxicos

Renzi busca reforzar la banca para estimular la recuperación, al estilo de España.

La recuperación no puede afianzarse sin que los bancos italianos se quiten de encima al fardo de los créditos problemáticos, una montaña de impagos o de préstamos atrasados, tóxicos, que supera los 180.000 millones de euros. Al mismo tiempo, un saneamiento tan grande de la banca sólo se puede llevar a cabo cuando la economía mejore, es decir, cuando las grandes pérdidas previstas por las entidades sean compensadas por las señales positivas del mercado.

Italia, a diferencia de España, no ha querido en los últimos años pedir dinero a Europa para sanear la banca. Y sólo ahora que el PIB parece recuperarse se prepara para lanzar su banco malo.

El problema es que en estos últimos años los créditos problemáticos han seguido recrudeciéndose: las últimas estimaciones indican que, a finales de noviembre de 2014, el sistema financiero acumulaba -según cálculos de la asociación de bancos transalpinos ABI- unos 181.000 millones en créditos con algún tipo de problema. Una enormidad si se compara con los activos que las entidades españolas cedieron a Sareb: unos 80.000 millones antes de las devaluaciones.

La situación italiana se complica por el hecho de que los activos no se concentran en un sector -por ejemplo, el inmobiliario como en España- sino que abarcan casi todas las actividades económicas.

De momento, el modelo del banco malo italiano no está definido. Tampoco se sabe cuántos de los 181.000 millones de créditos problemáticos podrán ser saneados. Los rumores sólo indican que el titular de Economía, Pier Carlo Padoan, ha obtenido, en Bruselas, el visto bueno. La hipótesis con la que están trabajando funcionarios del Tesoro es la creación de una sociedad privada con una participación pública minoritaria, que sin embargo pueda emitir renta fija garantizada. El camino es estrecho, pues el objetivo de Padoan es dar garantías adecuadas a los inversores privados, sobre todo los internacionales, sin que el fardo de estos créditos cargue las arcas públicas.

Lo único claro son los beneficiarios de la medida: mientras los grandes bancos italianos, empezando por UniCredit y Intesa Sanpaolo, ya se han organizado para sanear sus créditos y estudian crear fondos participados por inversores internacionales, queda por resolver la situación de la banca mediana. La semana pasada, Monte dei Paschi (MPS), en el punto de mira del BCE por su fragilidad patrimonial, anunció 5.300 millones de pérdidas tras la devaluación de créditos por 8.000 millones. También Banco Popolare pierde 2.000 millones frente a 3.500 de créditos problemáticos, y el más pequeño, Credito Valtellinese, pierde 300 millones.

Muchas de estas entidades son bancos cooperativos, los mismos que el Gobierno de Matteo Renzi ha puesto en el punto de mira: el Ejecutivo ha anunciado una reforma de estas entidades que busca transformar diez de ellas -cada una con activos por más de 8.000 millones- en sociedades anónimas. La idea es impulsar fusiones que reduzcan el número de bancos y al mismo tiempo impulsen el nacimiento de entidades más sólidas.

El saneamiento de las cuentas de los bancos cooperativos es preciso para agilizar su fusión.

El nacimiento del banco malo italiano "es un instrumento necesario para todo el sistema", asegura Fabrizio Viola, consejero de MPS, entidad que ha suspendido en el examen del BCE y que necesita sanear cuentas y ampliar capital.

El miedo es que, tras años de austeridad y recortes en servicios públicos, un saneamiento de la banca resulte impopular. Por ello, Antonio Patuelli, presidente de ABI, insiste en que no se trata de un "regalo a los bancos". Y advierte: "No llamadlo banco malo, estamos haciendo una intervención en favor de la economía; no un rescate al sistema bancario".

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