
Desde finales del año pasado, los puertos de Los Ángeles y Long Beach sufren una congestión sin precedentes debido a las negociaciones entre sindicatos y patronales que, a día de hoy, siguen sin encontrar solución. Durante un total de nueve meses, muchas compañías que utilizan estos puntos de entrada en el país como parte de sus sistema de distribución de inventarios se han llevado las manos a la cabeza ante el retraso continuo de una solución que no termina de llegar.
Tantos lobbies como consultores han comenzado a presionar a la Casa Blanca para que intervenga en un conflicto que, según la consultora Kurt Salmon, podría contarle a las minoristas estadounidenses hasta 7.000 millones de dólares este año. Esta factura suma el incremento en los precios de distribución así como las ventas perdidas ante la falta de inventario. Aún así, si la congestión se mantiene en pie en los próximos meses, el coste podría llegar a alcanzar los 36.900 millones de dólares.
El daño no se produce sólo a ciertos sectores que dependen de las importaciones sino a la economía estadounidense en general. Según la Asociación Nacional de Manufacturas y la Federación Nacional de Minoristas un cierre de 10 días en los puertos de la Costa Oeste tendría un cargo para el PIB del país de 2.100 millones de dólares diarios. Al fin y al cabo, la mitad de las importaciones estadounidenses llegan al país a través de los puertos en la Costa Oeste.
"La intransigencia entre los sindicatos y los gestores para alcanzar un acuerdo es inaceptable. Las minoristas y el resto de la cadena de distribución están frustradas", asegura Jonathan Gold, vicepresidente de la Federación Nacional de minoristas. "Es el momento en que la Casa Blanca tome medidas en este asunto crítico y prioritario para nuestra economía que daña nuestra competitividad", añade.
Durante la presentación de resultados trimestrales, muchas compañías han hecho hincapié en este asunto. Desde Michael Kors, su consejero delegado, John Idol, explicó que el parón en los puertos de la Costa Oeste sigue presentando "un riesgo" para sus inventarios. "Hemos experimentado retrasos que han supuesto un incremento en el coste aéreo", señaló. Desde Ralph Lauren, su director financiero, Christopher Peterson, también indicó que la compañía ha tenido que echar mano del transporte aéreo o desviar sus pedidos hacia los puertos de la costa este, con un coste adicional, para poder reponer sus inventarios.
Aunque hay minoristas mejor posicionadas que otras para enfrentar esta situación, el resultado final sigue siendo negativo. Aunque tiendas con alto ciclo de inventario como Zara o H&M dependen más del transporte aéreo para poder renovar sus productos continuamente, los expertos señalan que el aumento de la demanda de este tipo de transporte podría acabar traduciéndose en un incremento de las tarifas, teniendo un coste adicional para muchas minoristas.