
La expansión monetaria del Banco Central Europeo (BCE), cuya activación anunció el pasado jueves su líder, Mario Draghi, supone poner un billón de euros sobre la mesa para relanzar la economía europea y alejar la temida deflación, pero también es un cortafuegos ante cualquier desestabilización procedente de Grecia y su nuevo escenario político tras las elecciones del próximo domingo, 25 de enero. Es la conclusión de los expertos consultados por elEconomista. ¿Un cheque en blanco? El BCE hará más y durante más tiempo si fuera necesario
Si bien blindarse frente a Grecia no ha sido el objetivo primario, ni único, del Banco de Fráncfort para lanzar la compra masiva de bonos soberanos tantas veces anunciada, sí es, según los analistas, la meta indirecta de la acción del BCE en la tesitura actual.
Las elecciones helenas cobran un significado especial para la Unión Europea ante el ascenso de Syriza, una formación de extrema izquierda que, pese a suavizar sus postulados en la campaña electoral, ha plantado cara en numerosas ocasiones a la ortodoxia europea y no deja de pedir actuaciones sobre su deuda, en forma de reestructuración o de moratoria, algo que podría alimentar el tirón de fuerzas similares en otros países. Bomba atómica sobre las divisas.
Al haber completado la Unión Europea y sus estamentos una estrategia anticrisis europea completa con el pilar monetario del edificio económico, la legitimación para exigir a los países que prosigan con las reformas y los ajustes presupuestarios es aún mayor. Así lo explican varios de los expertos consultados. Entre ellos, el profesor del CEF Juan Fernando Robles, indica que la deuda deja de ser un problema y que la UE puede ejercer más presión sobre el cumplimiento del ajuste presupuestario y sobre la consecución de las reformas.
Merkel insiste en las reformas
En este sentido se explica que desde Alemania se haya aceptado, con mayor o menor reticencia, la medida del Banco Central Europeo. Porque la acción del BCE deja aún más la piedra en el tejado de los países y su responsabilidad con la hoja de ruta europea. Así lo indicó la canciller alemana Angela Merkel tras el anuncio de Draghi, el pasado jueves: el estímulo del BCE, dijo la dirigente alemana, no exime de seguir con las reformas.
Con la acción de Draghi, el compromiso con la recuperación de las instituciones comunitarias, de Berlín, y del BCE se ha elevado, al configurarse, como define Robles "al fin, una política económica coherente". En este sentido, crece el poder para negociar ejerciendo más dureza con los más díscolos con la ortodoxia, indica.
En el fondo de todo está la incertidumbre sobre los resultados electorales de Grecia el próximo domingo. Es decir, si un partido de extrema izquierda como Syriza gana con una mayoría que le haga pactar con otras fuerzas o con mayoría absoluta.
El profesor Robles explica que, en el peor de los escenarios de desencuentro de Berlín y Bruselas con Atenas, a nadie le interesaría un abandono heleno del euro. Ni a Europa ni a la propia Grecia. A los países de la UE, como acreedores, no les interesa, porque todo acabaría en una reestructuración de la deuda en que la habría pérdidas, razona Robles. Ello al margen de que, en términos de PIB, para el proyecto comunitario la salida de Grecia sería irrelevante. No así en el aspecto político, donde sí sería un trago para las instituciones europeas. A los griegos tampoco les interesaría una posible situación de ruptura. Y menos al futuro Gobierno heleno, señala Robles, porque es difícil responder ante los votantes cuando la inflación helena se dispararía, según calcula, mínimo en un entorno del 30-40%, ello con un dracma brutalmente devaluado que tampoco tendría capacidad de relanzar el sector exterior heleno al ser sus exportaciones de poca relevancia.
Daño innecesario
En cualquier caso, el profesor de Finanzas indica que Europa podría capear el daño de una salida de Grecia, pero que éste sería un "daño innecesario". Por otra parte, los efectos de esta situación, que sería el peor de los escenarios, un juego en el que pierden todos, arrastraría a otros países, como Chipre.
En este extremo coincide el profesor del IEB Miguel Ángel Bernal, quien indica que si Grecia sale o es expulsada del euro, el dominó sería la siguiente secuencia: impago de la deuda, quiebra de entidades bancarias, efecto arrastre respecto de Chipre, riesgos sobre Portugal y peligro para los depósitos. Un cóctel que no conviene a nadie, ni a la UE ni a Grecia, sea cual sea el futuro Gobierno.
Por tanto, explica Bernal, la compra masiva de bonos soberanos por parte del BCE es una suerte de vacuna, un cortafuegos. Es decir, Draghi ha blindado Europa ante una desestabilización procedente de Grecia, indica Bernal. Va un paso más allá el experto, y señala que Draghi no sólo ha cauterizado Europa ante una eventual caída de Grecia, sino que también ha protegido a Alemania ante las pérdidas procedentes de los países. Con todo, explica, cualquier efecto Grecia quedaría amortiguado.
Madrid apoya a Berlín
En medio de todo, la postura del Gobierno español es firme al lado de Alemania. Los elogios al éxito de las reformas españolas se suceden desde diversos foros y organismos internacionales, y nuestra economía ha sido señalada como la de más potencial de crecimiento de la Unión Europea por el Fondo Monetario Internacional.
Ello sitúa a España justo en la posición opuesta a una Grecia con un eventual Gobierno contestatario. Porque España ha hecho sus deberes, y puede demandar de Europa su parte del pacto, la que acaba de llevar a cabo Draghi completando la política anticrisis con el estímulo monetario. En este sentido, la preocupación que España comparte con Berlín es que se mantenga el compromiso con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Es decir, que se mantenga el objetivo de reconducción de las cuentas públicas.
Mientras, España asiste al ascenso de Podemos, una fuerza política de corte similar a Syriza. Y cualquier movimiento del partido heleno y su electorado puede repercutir en la mayor o menor aceptación de la formación liderada por Pablo Iglesias. Algo que sucede con otras fuerzas de otros países europeos, cuyos votantes están a la espera de los resultados del domingo, como puede ser el Movimiento 5 Estrellas en Italia, los eurófobos del UKIP en Reino Unido, o el incipiente Juntos Podemos en Portugal. Y, desde el otro polo, el galo Frente Nacional de Marine Le Pen.
En cualquier caso, y a la espera de los resultados que deparen las urnas, el Gobierno de Alemania sigue descartando públicamente que se esté preparando de algún modo para un abandono de Grecia del euro, el llamado Grexit.