
Kristalina Georgieva es vista por muchos, dentro y fuera de la Comisión, como una de las comisarias más competentes. La vicepresidenta búlgara del Ejecutivo comunitario, que repite en Bruselas tras ocupar la cartera de Ayuda Humanitaria, es responsable de uno de los dossieres más envenenados por las constantes batallas entre el Parlamento Europeo -que recuerda la ampliación de competencias de la UE- y los Estados miembros, reacios a dar más dinero a la Unión. Tras lograr un acuerdo sobre el Presupuesto para este año en el último minuto, ahora prioriza aumentar la efectividad del gasto europeo "en tiempos de necesidad", incluido el plan de inversión, como explica a elEconomista en su primera entrevista con un medio español.
¿Qué conclusiones saca tras la aprobación del Presupuesto europeo para este año?
El Presupuesto que tenemos es sólido (141.210 millones de euros en pagos). Es algo menos de lo que habíamos pedido, pero más de lo que tuvimos en 2014. Para mí es muy importante que hayamos movilizado alrededor de 4.000 millones adicionales para cubrir las facturas pendientes del pasado año.
Respecto a la llamada "crisis de pagos", ¿cuánto acumula la UE en facturas pendientes tras la revisión que acaban de hacer?
Primero quiero decir que no es apropiado usar el término "crisis de pagos". Es más correcto decir "ajuste de pagos". Tenemos un largo historial de abundancia de dinero. No era un problema cubrir nuestras demandas. Ahora, debido al aumento de las demandas por la crisis, y los recursos limitados que trajo el Presupuesto plurianual (2014-2020), atravesamos este periodo de ajuste. Es similar a lo que ha sucedido en el planeta tras la crisis de 2007. Este ajuste lo hacemos prudentemente y puede ser beneficioso para la UE porque centrará la atención en conseguir las prioridades correctas y en la calidad del gasto.
Una de las críticas del reciente informe de la Corte Europea de Auditores?
Precisamente. Estamos estableciendo parámetros para ver cómo conseguir esa atención en el rendimiento y los resultados. Si lo hacemos bien, podemos conseguir un contagio beneficioso en la calidad del gasto también en los Estados miembros.
¿Y cuál es la cifra actual de facturas pendientes, qué considera estable y cuándo presentará la estrategia para lograr ese objetivo?
La propuesta llegará en marzo y estimamos que la cifra actual es alrededor de 25.000 millones. Es muy pronto para decir lo que consideraremos estable. Obviamente no será ni cero ni tampoco esos 25.000 millones. Se ha considerado normal históricamente entre 10.000-11.000 millones de euros. Lo que importa ahora es cómo planeamos nuestros pagos apropiadamente.
Para dar algo de aire al Presupuesto europeo, la Eurocámara tiene muchas esperanzas depositadas en la revisión que se realizará en el ecuador del ciclo multianual (2016). ¿Espera proponer un aumento real del techo de gasto o solo un reajuste de las partidas?
Para entonces será muy importante construir una historia convincente del valor añadido del Presupuesto europeo. El plan de inversión y lo que consigamos de él jugará un papel en esta revisión. En el pasado no era necesario vender el Presupuesto europeo a los Estados miembros y sus ciudadanos. Estábamos en un mundo de abundancia. Pero ahora estamos en un mundo de necesidades. Pero no quiero que esta revisión sea sólo sobre el tamaño del Presupuesto. Concibo esta revisión como una ocasión para ver cómo podemos hacer el Presupuesto más propicio para fomentar la competitividad europea.
Respecto al plan de inversión -cuyo reglamento aprueba hoy la Comisión- según estimaciones de la patronal europea, representa sólo un 2% del gasto proyectado. ¿Es suficiente?
Se trata de hacer Europa más propicia a la inversión. La cifra de 315.000 millones de euros es una inyección cuantiosa. El plan tiene tres patas: destapar la liquidez que descansa en el sistema financiero, el apoyo a proyectos de inversión capaces de generar recursos adicionales y remover las barreras a la inversión. Si nos concentramos solamente en los 315.000 millones, obviamos dónde está el problema, que es la existencia de obstáculos administrativos a la inversión y la fragmentación de mercados en Europa.
Aunque sea cuantiosa la cantidad, ¿no considera esenciales las contribuciones nacionales, como piden desde la Eurocámara?
Podemos empezar con lo que tenemos. Desde luego que es deseable que los Estados miembros se sumen, porque entonces este empuje sería más poderoso. Pero es importante movernos rápido y hacer que este comité de inversión funcione independientemente, sin permitir influencias injustificadas en las decisiones de inversión. Aquí es donde reside el dilema, porque los Estados miembros estarán más interesados en unirse si pueden garantizar que el dinero que aportan lo pueden recibir de vuelta. Pero, al mismo tiempo, el fondo será exitoso si las propuestas de inversión están basadas solo en los méritos de las propuestas. Llevará algo de tiempo probar el impacto. Pero estoy totalmente convencida de que será un éxito porque estamos en un momento en el que tenemos que mostrar determinación para mejorar nuestra competitividad. Para esta Comisión es la prioridad definitoria número uno.