
En su última edición de Roubini Unplugged, el economista Nouriel Roubini, conocido por haber pronosticado la crisis financiera de 2008, echa mano del pasado y relata como en 2006 ya advirtió a Jean Claude Trichet, el por entonces presidente del Banco Central Europeo, así como a otros jefes de Estado europeos sobre el desastre que se cernía sobre la eurozona. En aquel encuentro en Davos, el ministro de finanzas italiano de turno llegó a espetarle a Roubini que "volviese a Turquía", país donde nació el también conocido como 'doctor calamidad'.
El presidente de Roubini Global Economics utiliza esta anécdota para relatar una serie de factores que justifican la debilidad de la zona euro cuando se compara con Estados Unidos, un país que ha recuperado ya los empleos perdidos durante la crisis y que en el tercer trimestre de 2014 creció a un 5 por ciento.
El primer factor que ensalza Roubini es el renacer del extremismo político. "Si el siglo XX nos enseñó algo es que ante las dificultades económicas, el radicalismo político se fortalece". Al respecto, Roubini no hace referencia sólo a la extrema derecha de Le Pen en Francia sino también a ejemplos de izquierda como Podemos en España o "al mejor organizado" Syriza en Grecia. Aunque en EEUU el Tea Party llegó a despuntar en 2010, "es sólo una sombra" de lo que pudo llegar a ser.
Otra causa a tener en cuenta es el envejecimiento de la población. Para Roubini "la demografía marca el destino" de un país. En los próximos 50 años la población en edad de trabajar en Europa se desplomara desde los 300 millones hasta los 265 millones. Los individuos con más de 65 años supondrán un 58 por ciento de la población en 2016. "Una situación insostenible", a ojos de este economista. "Estados Unidos ha conseguido enfrentar este reto a través de la inmigración que supone un 13 por ciento de la población total del país".
La geografía y la localización juegan también un papel importante. Mientras EEUU se encuentra relativamente aislado y rodeado de vecinos con similares objetivos, "Europa es sólo una península de un continente mucho menos estable". A ello habría que sumar la falta de movilidad laboral, dado que los distintos países de la eurozona encuentran barreras como el idioma o la propia cultura.
Los "ajustes asimétricos" también son más evidentes en el Viejo Continente. Es decir, los países que gastan más de lo esperado como Grecia o Italia, y los países que ahorran demasiado, como Alemania o los Países Bajos, se ven perjudicados cuando se limita el flujo de dinero.
La respuesta a la Gran Recesión tras la crisis financiera de 2008 también ha generado fuertes diferencia. "EEUU cogió el toro por los cuernos a la hora de recapitalizar el sistema bancario", indica Roubini. El economista critica que pese a las pruebas de esfuerzo a la banca, "los bancos siguen sin contar con colchones de capital adecuados".
Esta situación puede trasladarse a la política monetaria. Mientras la Reserva Federal implantó tres rondas de expansión monetaria agresiva y mantiene los tipos de interés cercanos a cero desde 2008, el Banco Central Europeo "todavía está pensando cuándo aplicar la compra de bonos soberanos", señala Roubini. El economista, sin embargo, reconoce que uno de los escollos más importantes de la eurozona es la falta de una unión fiscal y una débil unión bancaria. Roubini también aboga por la necesidad de una unión política si ciertas decisiones que repercuten a nivel nacional siguen dictándose en Bruselas.