Según Wilmer Castro, recluso en tercer grado del Centro Penitenciario de Madrid III-Valdemoro, "ingresar en prisión es, al principio, algo trágico para ti y para tu familia. Después empiezas a verlo de forma más optimista". Wilmer ha sido el alumno aventajado de un curso de teleoperador que puede ayudarle a recuperar una vida normal. Un curso para presos tras el que están la Obra Social La Caixa, Instituciones Penitenciarias y la Universidad Pontificia de Comillas.
Según la Ley Penitenciaria, el fin primordial de la estancia en prisión es "la reeducación y la reinserción social de los sentenciados". Sin embargo, según datos del sindicato de prisiones de España (Acaip), el 64,5 por ciento de los reclusos vuelve a prisión un tiempo después.
Los programas de reinserción, que incluyen cursos como el citado, tienen por objeto cambiar esta cifra. Las cárceles españolas dan hoy cabida a unos 67.000 reclusos que pueden recibir formación académica y laboral. Según el estudio de la Comisión Europea La educación superior en las instituciones penitenciarias en Europa, 8.400 presos realizaron en 2005 en España actividades de formación para el empleo. Unos 15.000 recibieron preparación académica, de los que 1.000 cursaron carreras universitarias. Aquel año, en las cárceles españolas había algún preso menos que ahora, unos 60.000.
Hoy también son más las empresas que subvencionan planes de reinserción. Entre las disciplinas que se imparten: informática, biblioteconomía, pintura, cocina, electricidad, fontanería...
A Wilmer, el curso de teleoperador le ha venido muy bien: "Estoy en el tercer año de la diplomatura de Turismo, en la que el marketing es muy importante". Ser teleoperador no es su objetivo, "pero hay que trazarse metas a corto y largo plazo. Este puesto puede ser un medio para vincularme al comercio". A él y a sus compañeros les han enseñado, además, a buscar un empleo, a hablar en público, a preparar un currículum... Una de sus profesoras, Lidia Losada, dice: "Muchos de ellos llevan años fuera del mundo laboral y están totalmente desconectados". Los alumnos "se han mostrado muy interesados y agradecidos, con muchas ganas de aprender". Los 45 reclusos que recibieron estas clases fueron seleccionados por su motivación y sus estudios previos. Ella confía en la formación para la reinserción: "Los alumnos de otros años siguen trabajando".
Encontrar trabajo no es fácil
Pero, según reconoce Wilmer Castro, encontrar empleo no es fácil: "Las empresas saben que has estado en prisión", señala, "sobre todo, si eres extranjero". Precisamente en este punto interviene el SAL (Servicio de Acompañamiento para la Inserción Laboral), un plan dependiente del Organismo de Trabajo Penitenciario del Ministerio del Interior. El SAL funciona en ciudades con cárceles grandes, como Cádiz, Madrid, Sevilla, Huelva o Valencia.
El coordinador del SAL en la Comunidad de Madrid, Juan Linares, resume su misión: "Buscar empresas dispuestas a contratarlos pese a saber que están en tercer grado (éste exige a los reos pasar ocho horas en la cárcel, que ellos suelen aprovechar para dormir)". Una vez incorporados, también los acompañan durante cuatro meses.
¿Es fácil que las compañías se animen a contratar a ex presidiarios? "En Madrid tenemos unas 50 personas en 30 empresas. Y esperamos que en 2009 sean entre 100 y 150 reclusos, cifra actual en Cádiz".
Las pymes, más solidarias
Linares lamenta que las grandes empresas "prefieran darte un donativo para un evento a contratar a reclusos". Las pymes son más solidarias. "Suele hacerlo gente altruista. Además, disfrutan de una pequeña deducción en la cuota de la Seguridad Social" (cada contrato deduce a una pyme unos 500 euros al año). "Para estas empresas, funciono como un consultor gratuito de Recursos Humanos. Me dicen qué perfiles necesitan y los busco. Cada recluso tiene un tutor que lo somete a pruebas psicosociales y que conoce su formación y experiencia".
El 60 por ciento de los reclusos con los que trabaja Linares son extranjeros, muchos de ellos latinos, otros marroquíes y africanos.
Otras ayudas
Instituciones Penitenciarias permite que entidades sin ánimo de lucro participen en programas para la inserción. Flor Fondón preside una de estas entidades, la Asociación de Derechos Humanos en Extremadura.
Algunas de las actividades que organiza la asociación tienen mucho que ver con las del SAL: "En el centro de prevención de la exclusión se prepara su salida. Después hay un apoyo a la reinserción, subvencionado por el servicio público de empleo extremeño. Se les enseña a preparar una entrevista, a buscar trabajo... Casi todos los ex reclusos (unos 25 en este programa) empezaron a trabajar y ninguno ha vuelto a prisión". ¿En qué trabajan? "Ellas, en el servicio doméstico; ellos, en la construcción".
Universitarios en prisión
Antonio Viedma es vicerrector adjunto de Estudiantes y Desarrollo de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y coordinador del informe La educación superior en las instituciones penitenciarias en Europa.
La UNED es la única universidad en la que los presos pueden estudiar. Muchos de los que lo intentan (unos 1.000 hoy en día) abandonan y sólo "un 3 por ciento de los que se matriculan tiene la probabilidad de tener éxito", dice Viedma. En los últimos cuatro años se han licenciado 37 reclusos, pero muchos salen de la cárcel con los estudios a medias y no se sabe si los culminan.
"Un 4 por ciento de los reclusos ya ha tenido contacto con la universidad", señala Viedma. Otros deciden que ha llegado el momento de hincar los codos. "El otro día, un alumno me dijo que había sido un malísimo estudiante, y ahora le quedan dos asignaturas para acabar Turismo". Lo que más sorprendió a este catedrático: "Yo pensaba que esto de los presos que estudiaban carreras eran sólo unos pocos casos aislados, algo anecdótico. Pero no es ni el asesino del rol ni Roldán, sino gente que va a pasar ocho o diez años en prisión y que lo ve como una forma de agarrarse a la vida".
No hay datos que confirmen que, una vez libres, estas personas trabajarán en algo vinculado con sus carreras (que son, mayoritariamente, Turismo, Derecho y Psicología), pero Viedma señala que "están mucho más preparados para enfrentarse al exterior que aquellos que no han estudiado. No necesitan tanta ayuda una vez que salen".
Mientras Viedma reclama más investigación sobre reinserción, Juan Linares pide que más compañías contraten a reclusos. "En la Comunidad de Madrid hay unas 600 penitenciarías", recuerda. Con mano de obra preparada, insiste. "Necesitamos más empresas comprometidas". El número para localizar a Linares está justo aquí debajo.