Economía

Rapidez, firmeza y coordinación, recetas de Abe para la recuperación de Europa

Europa encara dos escenarios nada prometedores. En un extremo, el riesgo de volver al agujero de la recesión por tercera vez desde que arrancara la crisis en 2008. Y el resultado más probable, pero nada alentador, de permanecer estancada en un largo invierno "a la japonesa" de bajo nivel de crecimiento económico y deflación, como experimentó la segunda economía del planeta desde mediados de los 90 hasta bien entrado este milenio.

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, llegó al poder con su estrategia de "tres flechas", (política monetaria agresiva, estímulo fiscal y reformas estructurales), conocida como "Abenomics", para sacar a su nación de la década de aletargamiento. Y la estrategia había empezado a dar resultado.

Con un diagnóstico tan parecido, los dirigentes europeos empiezan a despertar de su sonambulismo y a darse cuenta que también necesitan una estrategia por tierra, mar y aire. Pero en el caso de la UE no han sido los Hollande o Merkel, ni los Barroso y Van Rompuy. Los políticos han dejado su sitio a los banqueros centrales, aquellos que la responsable del FMI, Christine Lagarde, definió como los "héroes" en la lucha contra la crisis.

Harto del estancamiento político en Bruselas y las capitales, bloqueada por la discusión de quién daba el primer paso (los que pedían reformas o los que querían un masivo plan de inversión), el Presidente del Banco Central Europeo lanzó el primer disparo a la vuelta del verano, lanzando primero una nueva barra libre de crédito barato, esta vez teledirigido a la economía real, y con la compra limitada de activos. Pero una vez movió ficha, pidió a los demás que hicieran lo mismo.

"Tienes que dar una respuesta proporcional a la magnitud del problema, no puedes trocearla", explicó Paul Sheard, responsable de Economía Global e Investigación para Standard and Poor's. Porque las lecciones de la estrategia de Japón contra la crisis son "actuar rápido, con firmeza, y de manera coordinada", dijo en un debate en el laboratorio de ideas Bruegel.

Pero en Europa, con 28 estados miembros, y claras divergencias sobre cómo combatir la crisis el desafío es mayor. Más aún cuando los socios de la eurozona, continúan con el "problema fundamental" de carecer de una unión fiscal que complemente a la unión monetaria, recuerda Sheard. En suma, 18 economías que producen el resultados de endeudarse en moneda extranjera por no poder controlar la máquina de imprimir dinero, mientras que en Japón, "a pesar de su terrible situación fiscal, los mercados no le castigan porque saben que el Banco de Japón nunca dejara sin cubrir un cheque del Gobierno".

Pero Draghi ya cubrió ese flanco al prometer en julio de 2012 "hacer lo que fuera necesario" para salvar al euro, lo que tuvo un efecto disuasivo similar al de dar las llaves de imprimir billetes a las capitales.

"El BCE se está moviendo en la buena dirección"- opina Sheard, "el problema es que, como en Japón, se pone el pie en el acelerador monetario y se tiende a poner la mano en el freno fiscal".

Los dos pasos que va por delante Japón en esta estrategia tridimensional pueden servir a Europa para no caer en los mismos errores, como un ajuste fiscal antes de tiempo. Según argumentó Kazumasa Iwata, Presidente del Centro de Japón para la Investigación Económica, abenomics estaba funcionando a la perfección hasta que el gobierno subió el IVA del 5% al 8%. "Ahora Japón está en el riesgo de una nueva recesión", opinó. Según sus modelos, esta decisión provocará que tras los tres años que se había dado Abe para cumplir sus metas, el crecimiento se quede a final de 2015 en el 1,3% y no en el 2% como se perseguía, y la inflación en el 0,9%, a mitad de camino de lo marcado.

La lección para Europa está clara. A tres meses de que la nueva CE presente su paquete de inversión de 300.000 millones de euros para los próximos años, y en pleno debate por aflojar temporalmente las reglas fiscales, empujado por Francia e Italia, los países contrarios a dar algo de cuerda, como Alemania, Holanda o Finlandia, deberían mirar a la economía nipona para advertir el riesgo de anular los beneficios de la expansión monetaria y fiscal, si se insiste en el reequilibrio constante de las cuentas nacionales.

La llave mágica

La llave mágica para que Berlín, principalmente, afloje la mano son las reformas. Para Anne Bucher, directora al cargo de supervisar las reformas estructurales en la Comisión Europea, la crisis ha ayudado a que se avance en algunos campos como el del mercado laboral. Sin embargo, los estados miembros deberían concentrarse ahora en reformas en los mercados de productos, que son "más dolorosas porque afectan a sectores enteros", señaló durante la misma discusión. La urgencia es grande, porque Europa continúa perdiendo la batalla en el terreno competitivo, tanto por su dependencia energética, su clima empresarial y el bajo nivel de inversión.

Expertos como Gregory Claeys, de Bruegel, mantienen más bien una actitud crítica con el concepto de "reformas estructurales, porque se ha considerado la solución mágica en Bruselas, Berlín y Frankfurt para sacar a los países del estancamiento", y ha distraído la atención de otros riesgos como la deflación o la baja demanda agregada.

Kiyoto Ido, vicepresidente del Instituto para Estudios de Economía Internacional, destacó sobre la larga lista de reformas en Japón la mejora de la gobernanza corporativa, con la que se ha dado más voz a los accionistas y se ha dado entrada a directores independientes empresas tradicionalmente herméticas al mundo exterior, y las mujeres. Pero ha habido otras como la reforma del sector energético para terminar con los monopolios regionales, o las medidas destinadas a generar economías de escala en el sector agro-alimentario.

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