MADRID, 23 (EUROPA PRESS)
El secretario general de CC.OO., José María Fidalgo, ha remitido una carta al secretario general de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), John Monks, en la que le expresa su preocupación por el proyecto de directiva sobre tiempo de trabajo y le pide que organice una "respuesta contundente" en toda Europa contra la jornada laboral máxima de 65 horas.
En un contexto de "acelerada iniciativa conservadora y tibia respuesta progresista" en la Unión Europea, Fidalgo denuncia que la directiva sobre tiempo de trabajo supera "las peores previsiones" y configura un panorama de "serios ataques" al derecho laboral europeo y al papel de los sindicatos y de la negociación colectiva.
El dirigente de CC.OO. advirtió de que esta directiva abre "una ancha vía" para hacer del acuerdo individual un instrumento básico de regulación de las condiciones de trabajo por encima de los convenios colectivos, y establece unos topes, para las amplias excepciones al límite general de 48 horas semanales, "intolerablemente elevados": de 60 a 65 horas semanales, o incluso superiores, según se apliquen los periodos de referencia.
Por todo ello, Fidalgo le pide en su carta a Monks que proponga a la CES la organización de una "respuesta contundente", en la que se plantee la derogación de la directiva si el Parlamento Europeo no logra eliminar del texto las excepciones al límite de 48 horas semanales, así como la planificación de una presión combinada entre la CES y las centrales nacionales ante los eurodiputados, los gobiernos nacionales y la Comisión Europea para modificar sustancialmente o bloquear la directiva.
"Creemos que va a ser imposible conciliar las posiciones del Consejo Europeo con las de un Parlamento que defendiera algo aceptable para la CES. Por eso pienso que hay que empezar a hablar de derogación en el caso de que la directiva fuera finalmente aprobada. En las presentes circunstancias, una norma europea sobre jornada de trabajo como la aprobada por el Consejo o parecida, no representa ninguna ventaja y sí bastantes peligros para los trabajadores de cualquier país europeo. Es preferible que no haya ninguna", concluye Fidalgo.