Tras ejecutar la mayor rebaja de los tipos en EEUU desde 1984, el presidente de la Fed pisará el freno el miércoles y el mercado incluso anticipa subidas este año. "Cuando Gregor Samsa despertó una mañana de un sueño inquieto, se encontró en la cama convertido en un monstruoso insecto. Yacía sobre su dura espalda...".
Con esta horripilante metamorfosis, el escritor checo Franz Kafka forjó una fama eterna para el desdichado Gregor, que se acostó siendo humano y se despertó transformado en cucaracha.
Pero estas mutaciones no son exclusivas de la literatura. El mundo financiero también tiene algo que decir en este terreno. De hecho, en las últimas semanas ha acogido un cambio notable. No ha sido tan raudo como el descrito por Kafka. Ni tan extremo como el tránsito de persona a insecto. El protagonista tampoco se llama Gregor, sino Ben. Su apellido no es Samsa, sino Bernanke. Y mientras el personaje de ficción era viajante de comercio, el segundo, que sí es de carne y hueso, ocupa la presidencia de la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, desde febrero de 2006.
En su caso, la mutación ha consistido en un cambio de plumaje. Ha pasado de ser paloma a convertirse en halcón. En el mundillo de los banqueros centrales, los que muestran una mayor facilidad para bajar los tipos de interés que para subirlos y son más condescendientes con la inflación son identificados como palomas. Por el contrario, aquellos para los que el precio del dinero nunca está lo suficientemente alto y que no dan ni un milímetro de margen a la subida de los precios reciben la denominación de halcones. Los primeros son los blandos; los segundos, los duros, y Bernanke está protagonizando una sostenida evolución del primer al segundo bando.
Reposo... ¿y vuelo alcista?
Haciendo suya la máxima establecida por el economista inglés Walter Bagehot en el siglo XIX, relativa a que en momentos de crisis financieras es mejor pasarse inyectando dinero que quedarse corto, Bernanke no dudó en ser paloma cuando la burbuja inmobiliaria y crediticia se pinchó el pasado verano. Si ya a mediados de agosto mostró sus intenciones al empezar a rebajar los tipos de descuento, que son los que la Fed cobra a los bancos privados, fue a partir del 18 de septiembre cuando emprendió su verdadero vuelo. Desde entonces y hasta el pasado 30 de abril, recortó el precio oficial del dinero desde el 5,25 al 2 por ciento. No se había visto un ciclo de rebajas de tal envergadura en tan poco tiempo desde 1984, pero Bernanke consideró necesario actuar de ese modo para paliar los potenciales efectos negativos de la crisis sobre el crecimiento económico.
El problema es que ser tan paloma tenía sus riesgos. Y éstos han acabado aflorando. "Más que apoyar la economía, las rebajas de los tipos han debilitado el dólar e impulsado los precios de las materias primas, con el consiguiente incremento de las presiones inflacionistas", critica Simon Ward, economista jefe de la gestora NewStar. En efecto, la estrategia seguida por la Fed desde septiembre ha podido resultar acertada hasta la fecha para que EEUU esquive la recesión, pero al mismo tiempo ha alimentado las presiones inflacionistas, algo que está obligando a Bernanke a mudar sus alas.
El propio presidente de la entidad lo ha reflejado en los discursos que ha pronunciado en junio, en los que ha confirmado que la inflación ha pasado a ser su principal preocupación e incluso ha aludido a la necesidad de reforzar el valor del dólar. O lo que es lo mismo, un lenguaje más propio de un halcón.
Su particular metamorfosis seguirá esta semana con motivo de la reunión que la institución celebrará el martes y el miércoles. Todo indica que en esta ocasión la Fed se decantará por mantener los tipos por primera vez desde agosto de 2007. Así lo esperan, de hecho, los 83 analistas consultados por Bloomberg. Si se confirman estas expectativas, Bernanke habrá completado la primera fase de su mutación, tras cambiar su discurso y poner fin a la bajada de los intereses.
La duda reside en si el banquero central dará paso a la segunda etapa, aquella en la que, tras afilar sus garras, elevará los tipos. El mercado cree que sí, que la Fed aumentará el precio del dinero en el último tercio de 2008. Pero no tendrá fácil emprender el vuelo alcista mientras el impacto de la crisis financiera persista. "Las tensiones crediticias e hipotecarias siguen presentes. Por ahora debe actuar con prudencia", advierte José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.
Bernanke, por tanto, aún debe otear el horizonte antes de volar como un halcón sobre la economía estadounidense. En su mano está que su metamorfosis sea menos terrible que la padecida por Gregor Samsa.