Economía

La reforma bancaria británica sitúa a Londres como baluarte regulatorio mundial

  • Cae la concesión de hipotecas y los bancos se escudan culpan a la normativa
Un hombre de negocios camina por las afueras del Banco de Inglaterra. Imagen de Reuters

El proceso correctivo que la industria bancaria británica ha tenido que aceptar por imposición de los reguladores comienza a dejarse notar en la división comercial y amenaza con reducir el tamaño de uno de los corazones financieros globales.

La semana pasada, la Asociación de Banqueros Británicos (BBA, por sus siglas en inglés) publicaba unos datos de aprobación de préstamos inmobiliarios que demuestran que la normativa promovida para controlar el riesgo ha afectado al grifo de crédito. La Autoridad de Conducta Financiera había anunciado en abril la Revisión del Mercado Hipotecario, que exige a los potenciales compradores un volumen notablemente superior de información sobre sus gastos. Su implantación, según los banqueros, ha provocado el menor nivel de aprobación de hipotecas desde enero, 821 millones de libras (cerca de 1.040 millones de euros).

Los bancos se escudan en que se limitan a aplicar la norma, pero la sombra de la duda planea cuando los datos de las hipotecas se comparan con los del préstamo a negocios. El montante cayó en 900 millones en julio, según datos de la BBA y, lo que es peor, el programa Financiación por Préstamo (FLS, por sus siglas en inglés) sigue sin conseguir hacer despegar el crédito para el emprendimiento empresarial.

Volumen prestado

A pesar de que el Banco de Inglaterra (BoE) decidió retirar del programa los estímulos a la compra de vivienda para focalizarlos exclusivamente en las ayudas a los negocios, las estadísticas publicadas el pasado jueves evidencian que la red de crédito en virtud de este paquete cayó de nuevo en el segundo trimestre de año. El volumen prestado al amparo del FLS se contrajo en 3.900 millones de libras (alrededor de 4.914 millones de euros), pero su importancia es más que numérica, puesto que la recuperación británica depende de la capacidad de reequilibrar un modelo necesitado de inversión empresarial.

Dado que el FLS había surgido para incentivar a ofrecer créditos baratos a unas pymes en serias dificultades de acceso a financiación, la caída supone un golpe para el Banco de Inglaterra, su principal ejecutor, pero también para el Ministerio del Tesoro, como cerebro del programa. Su capacidad de garantizar un funcionamiento rentable para las pymes, tanto como para la banca, dirá mucho de la actitud del Gobierno de David Cameron ante una industria acusada de los desmanes que llevaron a la economía británica al borde del abismo.

Uno de los principales puntos de fricción es que, frente a los 132.000 millones de euros transferidos del bolsillo de los ciudadanos a las hojas de balance de gigantes "demasiado grandes para caer", la banca sigue transmitiendo una imagen de reticencia en lo que se refiere al préstamo, sobre todo el relacionado con la "función social" que el gobernador del BoE echaba de menos en el sector recientemente.

Préstamo hipotecario

En el caso del préstamo hipotecario y empresarial, la industria se agarra a las estrictas normas de los reguladores, pero su voz de alarma al respecto no suena tan elevada como la que se ha hecho escuchar en relación a las propuestas coercitivas planteadas para castigar la mala conducta de los banqueros.

Desde la devolución de los bonus hasta siete años después de su concesión, a penas de prisión en los casos más graves, el sector ha advertido de que las medidas, ya confirmadas por el Banco de Inglaterra, ponen a Reino Unido en desventaja en relación a otros núcleos financieros y podrían incluso promover un éxodo de talentos hacia plazas más favorables.

Las normas, de hecho, situarían a Londres como baluarte de la más estricta regulación en el mundo. Fracasos en la gestión de entidades como el que llevó en 2008 a la intervención de RBS, hoy en un 81% en manos del Estado, podrían motivar un proceso criminal que amenaza con llevar a altos ejecutivos a la cárcel, si queda probado que su negligencia o su actitud temeraria guardan relación con la caída de un banco.

La propuesta de obligar a reembolsar las primas también haría especial daño, puesto que incluso si estas han sido ya convertidas en metálico e, incluso, gastadas, el dinero deberá ser igualmente devuelto. Sus consecuencias están por ver una vez entren en vigor a partir de 2015, pero, por lo pronto, al Banco de Inglaterra no le tiembla el pulso: pedir responsabilidades es el "componente clave" de su misión como reguladores.

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