
La Unión Europea está acostumbrada a encarar momentos de vida o muerte, desde que la irrupción del tsunami financiero en 2008 desatara la peor crisis económica, institucional y política vista desde la creación de la Unión. Europa se enfrenta estos días a otra crisis multidimensional que tanto se le atragantan, justo cuando inaugura un nuevo ciclo político.
Los líderes de los 28 se reúnen hoy en Bruselas para elegir al nuevo presidente del Consejo Europeo y al nuevo alto representante de la Política Exterior. Los sustitutos del belga Herman Van Rompuy y la británica Catherine Ashton serán los encargados de tejer los acuerdos entre los líderes europeos, claramente dominados en los últimos años por la agenda económica, y en representar a la UE en el exterior, respectivamente.
Complementarán así a la nueva presidencia de la Comisión Europea, que ocupará formalmente desde el próximo noviembre el luxemburgués Jean Claude Juncker.
El primer intento por cerrar el póquer de primeras espadas de las instituciones europeas falló el pasado julio, cuando la elección de la ministra de Exteriores italiana, Federica Mogherini, se encasquilló por la oposición de los miembros del Este.
El bloque, encabezado por Polonia, consideraba que la italiana no tenía una postura lo suficientemente firme frente a Moscú, en un momento en el que el desafío de Rusia será su prioridad en la agenda. Sin embargo, Mogherini cuenta con el firme apoyo de su primer ministro, Matteo Renzi, quien ha aprovechado su capital político para arrastrar al resto de los líderes socialistas y asegurarse un puesto.
Renzi ha mantenido sin fisuras su apoyo a Mogherini estas últimas semanas, y llega a la cumbre como la "clara favorita", como dijo ayer el secretario de Estado para Asuntos Europeos, Iñigo Méndez de Vigo.
De darse tal movimiento, y una vez satisfecho el apetito socialista por uno de los dos puestos, son los socios orientales de la Unión los que esperan que uno de sus candidatos cubra la silla de la presidencia del Consejo. El favorito en las quinielas es el primer ministro polaco, Donald Tusk.
A pesar del apoyo que tiene no sólo del bloque del Este, sino también de la canciller alemana, Angela Merkel, o el premier británico, David Cameron, su principal barrera son los idiomas y su incapacidad para comunicarse apropiadamente en inglés, para orquestar la posición común.
También le pesa su propia falta de convencimiento para tomar el puesto. Pero la presión para que asuma la silla de Van Rompuy le llega no sólo desde Berlín, sino también desde su propia casa ya que, según el diario polaco Gazeta Wyborcza, su mujer le empuja a que dé el salto porque implicará "más prestigio, más dinero y menos presión".
Los otros nombres para coordinar las cumbres europeas son los del primer ministro irlandés, Enda Kenny, y los antiguos primeros ministros de Letonia, Valdis Dombrovskis, Estonia, Andrus Ansip. Las posibilidades de la socialista danesa Helle Thorning-Schimdt se desvanecerían si Mogherini resulta elegida.
Si no, los socialistas ocuparían la mayor parte de los puestos de poder, incluida la Presidencia del Parlamento Europeo en esta primera mitad de los cinco años, a pesar de haber perdido las elecciones europeas.
Posible relajación del déficit
Matteo Renzi aterrizó en Europa con el mismo impulso reformador con el que llegó a la jefatura del Gobierno italiano. Pero el primer ministro se dio cuenta que, en su batalla por el crecimiento, necesitaba mucho más que la presidencia de la UE o el momentum tras su victoria en las elecciones europeas.
Los decepcionantes datos económicos, que no paran de apilarse, y el respaldo crucial del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, hacia algunas de sus propuestas pueden no obstante ser factores suficientes para que Europa se replantee, como quiere Roma, su estrategia de consolidación y crecimiento, en un momento en el que se está quedando desenganchada de la recuperación mundial.
El momento para abrir la caja de Pandora será la reunión informal de los ministros de Finanzas europeos, que acogerá Milán los días 12 y 13 de septiembre. Se espera que el ministro italiano, Pier Carlo Padoan, presente con más detalle la propuesta italiana para aflojar la disciplina fiscal, y dar cabida así a más inversión y no penalizar reformas estructurales que pueden tener un impacto negativo en la economía a corto plazo.