Economía

La presidencia italiana de la UE apuesta por el crecimiento frente al 'austericidio'

  • La deuda pública se ha disparado por encima del 90% del PIB en la UE
El primer ministro italiano, Matteo Renzi

Matteo Renzi es el hombre del momento en Europa. Y lo sabe. Por eso, el joven y energético primer ministro italiano ha decidido abrir la caja de pandora y meter la mano en pleno corazón de la gobernanza económica europea, el sacrosanto Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC).

En un momento en el que la Unión Europea todavía lucha por apuntalar su recuperación, apoyada en un anémico crecimiento y arrastrando unos niveles de desempleo que disparan todas las alarmas, el líder socialista quiere aflojar el corsé fiscal para dar oxígeno a las economías europeas. Para ello, el ex alcalde de Florencia quiere aprovechar la posición privilegiada de su presidencia rotatoria de la Unión.

"Queremos respetar las reglas", dijo Renzi en su discurso de apertura de la presidencia italiana ante el Parlamento Europeo. "Sin embargo, las reglas se respetan recordando lo que nuestros predecesores acordaron. Tenemos estabilidad, por lo tanto, lo que ahora pedimos es crecimiento para el beneficio de todos", dijo en una intervención que entusiasmó hasta a figuras de otras formaciones.

Votos "antieuropeos"

Al líder italiano no le faltan argumentos. La obsesión con lo que unos llamaban disciplina fiscal, y la mayoría una austeridad salvaje, ha provocado que Europa se descuelgue de la cabeza de la recuperación mundial, y disparó los votos "antieuropeos" en las pasadas elecciones de mayo. Más aún, el tozudo cumplimiento tampoco ha producido el saneamiento económico que argumentaban los guardianes de la ortodoxia para justificar la cura de caballo. Aunque el déficit se ha reducido a niveles cercanos al 3% como marcan las reglas, la deuda se ha disparado en la UE por encima del 90% del PIB, muy superior al 60% que estipula el pacto.

El líder socialista sabe que es una batalla difícil, pero parte de buena posición. Su impulso reformista, que esgrime como argumento para pedir cambios, es reconocido dentro y fuera de Italia. Esta efectividad y su estilo fresco le llevaron a ser el líder europeo cuyo partido consiguió mejores resultados en las pasadas elecciones europeas.

Sin embargo, desde el lado contrario, hasta ahora solo han ofrecido gestos cosméticos. Oficialmente y en privado los más reticentes recuerdan que las reglas actuales ya permiten cierta flexibilidad, la misma que permitió prolongar el objetivo del déficit a España o Francia. Más aún, subrayan la interpretación más benigna del pacto que se hace ahora, al mirar más al déficit estructural que al nominal. En el fondo se teme que el gesto por aliviar la autodisciplina despierte al monstruo de los mercados, tras la larga tregua de los dos últimos años. Pero Italia se ha beneficiado poco de este margen dado por Bruselas.

Relajar el objetivo presupuestario

Por eso Roma contraataca con una propuesta para relajar temporalmente el objetivo presupuestario a medio plazo, un ajuste del déficit que en su caso es más severo por tener una deuda del 135%, más del doble del límite.

En la pasada cumbre, el frente opositor, encabezado por la canciller alemana, Angela Merkel, respaldada por la Comisión Europea y por el Banco Central Europeo, logró detener la primera embestida de Renzi. En este grupo también se incluyen Finlandia, Holanda, bálticos como Lituania, e incluso España. A su lado, Renzi cuenta con el tímido apoyo de Francia, que lucha por cumplir con su objetivo de déficit, Bélgica y la bancada socialista de la Eurocámara.

Tras estas primeras escaramuzas, la gran batalla tendrá lugar después del verano. A mediados de octubre, los países de la eurozona tendrán que remitir sus presupuestos a Bruselas para el visto bueno. A finales de año, la nueva Comisión Europea revisará sus reglas fiscales para ver si caben mejoras. Meses cruciales en los que se pondrá sobre la mesa de disección el corsé que para unos detuvo la desintegración del euro, y para otros aumentó la Gran Recesión. Renzi, el líder que ha prometido "redescubrir el alma de Europa", está dispuesto a cuestionar los dogmas más sagrados para redescubrir el verdadero corazón de la cuestionada Unión.

El FMI también pide cambios

El primer ministro italiano Renzi no es el único que ha planteado una modificación de las reglas. El Fondo Monetario Internacional también cree que las normas fiscales europeas no funcionan, en parte por su barroquismo. En su lugar, la directora gerente del Fondo, Christine Lagarde, reclamó este mes reducir todo el aparato legislativo al indicador de la deuda, por ser la mejor ratio para medir la sostenibilidad de una economía. El saliente comisario de Economía, Olli Rehn, recibió con buenos oídos la idea del FMI, diciendo que era una posibilidad que "no se podía descartar".

España sin embargo, es enemiga de tocar las reglas. "Estoy cómodo en la situación actual", dijo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tras la pasada cumbre europea.

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