
Los expertos consultados por elEconomista reclaman una reforma fiscal más ambiciosa que la propuesta por los sabios: bajar tipos, eliminar deducciones y reducir más el gasto público.
La reforma fiscal que el Ministerio de Hacienda tiene entre manos debería apostar claramente por bajar tipos, tanto en la imposición directa como en la indirecta, y por ampliar las bases imponibles eliminando al máximo la amalgama de deducciones y bonificaciones que existen en los principales tributos de nuestro país. Éstas son las líneas generales de actuación por la que se decantan los expertos consultados por elEconomista, que reclaman además al Gobierno la puesta en marcha de una reducción del gasto mucho más profunda que la acometida hasta el momento. Con todo, recuerdan que España aún tiene pendiente el proceso de consolidación presupuestaria para poder reducir el déficit hasta el objetivosfijado por Bruselas -que este año es el 5,8 por ciento, frente al entorno del 6,5 al que cerró 2013-.
En este sentido, Almudena Semur, Coordinadora del Servicio de Estudios del Instituto de Estudios Económicos (IEE) incide en que "tenemos todavía el déficit más alto de la UE, por lo tanto, alegrías, las justas". En su opinión, el Gobierno deberá priorizar en todas aquellas medidas que estimulen el empleo, la competitividad y el ahorro, así como en una reducción del gasto público.
Al margen de estas consideraciones, Javier Díaz Giménez, profesor de la escuela de negocios IESE resume en tres los cambios que debieran producirse a nivel fiscal: el aumento de las bases, limpiando al máximo las deducciones (incluyendo planes de pensiones o vivienda) y reduciendo tipos en todos los tributos. Tanto en IRPF como en Sociedades ve, así, imprescindible aproximar el tipo nominal al efectivo.
Pero antes de nada, el Gobierno de Mariano Rajoy debería plantearse revertir toda la subida tributaria que ha venido aplicando a lo largo de los dos últimos años. Es la tesis que defiende Juan Ramón Rallo, Director del Instituto Juan de Mariana, quien considera que adoptar en su defecto cualquier otra decisión debería interpretarse como una "cortina de humo".
En esta idea, en la que incide también José Félix Sanz, Director de Estudios Tributarios de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas). En su opinión, no solo habría que revertir este incremento, sino que además sería necesario reestructurar por completo el impuesto sobre la renta, que presenta muchos defectos y puede ser responsable "de muchos de los males que tenemos en nuestra economía".
Cambios en IRPF y Sociedades
Desde Funcas recomiendan fortalecer la naturaleza dual de la base imponible en el IRPF: la que actualmente grava el ahorro financiero se incrementaría en el cien por cien de los rendimientos y plusvalías del capital inmobiliario, y en el 50 por ciento de las rentas empresariales y profesionales. Por su parte, el 50 por ciento restante de los rendimientos de actividades empresariales y profesionales pasaría a engrosar la base imponible general, que se asimilarían a rentas salariales.
Sanz solo mantendría dos únicas reducciones: las aplicables por cargas familiares y las vinculadas a las peculiaridades del tratamiento fiscal del ahorro-previsión, especialmente el de jubilación. Simultáneamente, deberían suprimirse la reducción por rentas del trabajo y el mínimo personal por contribuyente.
Hay quienes van más allá y se decantan por unificar los tipos en renta y sociedades: Rallo considera que habría que tender hacia un gravamen del 6 por ciento en ambos casos. Y hasta que éste fuera efectivo aplicaría un tipo único entre el 15 y el 20 por ciento. El presidente de Freemarket, Lorenzo Bernaldo de Quirós recomienda, sin embargo, rebajar el tipo máximo en renta del 52 por ciento actual al 35 por ciento. A la vez, reduciría del 30 al 15 por ciento la tributación en Sociedades.
¿Qué hacer con el IVA?
En este sentido, el catedrático de la Universidad de Colonia, Juergen Donges se plantea si realmente éste es un buen momento para bajar impuestos, una visión compartida con otros organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional o la propia Comisión Europea, que han reclamado abiertamente una subida del IVA a nuestro país.
Así y desde su punto de vista, si no quiere plantearse un aumento de tipos en la imposición al consumo, el Gobierno sí debería reclasificar algunos productos y mantener un tipo reducido en el caso de los alimentos básicos, pero no para gastronomía, hostelería y turismo -sectores que Bernaldo de Quirós considera intocables -al igual que el grupo de sabios al que acudió Montoro.
De hecho, Almudena Semur se pregunta si no es pronto para aplicar una subida del IVA, por los efectos que esta opción podría tener sobre la demanda interna y, en consecuencia, sobre la recuperación económica. A este respecto, José Félix Sanz se muestra contrario a tocar el tipo superreducido, al entender que este tipo de productos son los que confieren cierta progresividad al sistema.
Por su parte, Díaz Giménez, recomienda unificar las bases del IVA en todos ellos y reducir el tipo general. A su parecer sí sería necesario acotar el número de productos que actualmente están gravados a los tipos más bajos, del 10 y del 4 por ciento.
A este debate se añade la postura expresada, de nuevo ayer, por el Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien insistió en que el Gobierno no tiene intención ni de subir los tipos del IVA, ni de pasar bienes y servicios del tipo reducido al tipo general.
En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Montoro recordó que el IVA se elevó en septiembre de 2012, "en un momento económico difícil", y que ese incremento está permitiendo mejorar la recaudación en la medida en que el consumo y la economía se están recuperando. "Ya lo hemos subido, ya hemos hecho un esfuerzo como sociedad y lo hicimos en un momento dramático de nuestra economía", aclaró.
Y a las palabras del Ministro se suman, además, las advertencias de las principales organizaciones que agrupan a la industria, la distribución alimentaria y a los consumidores. Enfatizan en que una reclasificación de productos del tipo reducido al general tendría un impacto "directo e inasumible" en un momento como el actual, elevando en 600 euros al año la factura para las familias. De producirse estos cambios, el 98 por ciento de los consumidores reduciría su gasto en una o varias categorías de productos.
La facturación global de estos sectores asciende a 370.000 millones de euros, lo que representa en torno al 20 por ciento del PIB nacional. Al mismo tiempo, estas asociaciones (Anged, Confederación Española del Comercio o Fiab, entre otras) dan empleo a más de cinco millones de personas.
La propuesta de los sabios
Los economistas consultados por este diario entienden que la propuesta del grupo de sabios es decepcionante y poco ambiciosa, y les preocupa que no sirva para sentar las bases de un modelo fiscal que impulse el crecimiento económico en el horizonte del medio y del largo plazo y, al mismo tiempo, aumente la recaudación. De hecho, lamentan que los expertos presenten un texto donde reconocen que el impacto sobre el PIB y el empleo de sus propuestas a lo largo de los próximos años será de apenas unas décimas.
En este sentido, Bernaldo de Quirós entiende que estamos ante "una oportunidad perdida", ya que las propuestas parecen estar encaminadas al único o principal objetivo de aumentar los ingresos para las arcas públicas. En otras palabras, se plantean una reforma ajustada a las necesidades del Gobierno en lugar de a las de la economía nacional. A esto hay que añadir que, como recuerda el propio Sanz, ni tan siquiera hayan tenido en cuenta los efectos de segunda ronda que pueden tener los cambios que plantean.
Díaz Giménez lamenta que los expertos aludan "al cuento de la devaluación interna" para reclamar una rebaja de las cotizaciones sociales que, según defiende, ni se pueden ni se deben tocar, porque con ello se estaría eliminando la contributividad del sistema.